¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
•●♡●•
El frío de Rusia era demasiado, pero la pelirroja estaba totalmente acostumbrada a este, a pesar de haber estado tantos años alejada de su país natal. Habían pasado un par de días desde que llegó a Rusia junto con el capitán América, quien se había empeñado tanto en viajar con ella. Le había insistido demasiado, que finalmente ella tuvo que aceptar. Era eso o escucharlo por las madrugadas darle las razones de porqué deberían viajar juntos y ella no estaba dispuesta a no dormir otra noche.
Steve se ajustó los guantes, estaba de pie frente a la cama, esperando que Natasha terminara de alistarse para bajar a comer con Melina, Alexei y la rubiecilla de la que Nat no paraba de hablar, Yelena. A pesar de todo lo que habían pasado, ellas se querían, a su manera, pero lo hacían. Ya saben, amor de hermanas.
La pelirroja salió del baño, no estaba tan abrigada en comparación con su pareja. Tan solo vestía una blusa de manga larga color verde, un chaleco negro, jeans, botas altas y unos guantes ligeros. Parecía que afuera no estuviera helando tanto como en realidad lo hacía. Natasha al ver a Steve sonrió enternecida y se acercó a el, ayudándolo a acomodar el cuello de su chaqueta.
—Creí que soportarías el frio, capipaleta —murmuró con burla aquel apodo que Tony le había otorgado al lider del equipo.
Steve sonrió y negó varias veces.
—Muy graciosa Romanoff.
—Debería ser comediante ¿no crees? —comentó ella sonriendo.
—Mm no lo sé, tal vez mueras de hambre haciéndolo —sonrió él. —¿No tienes frío? Esta helando Nat.
—Crecí en Rusia Steve, estoy acostumbrada al frio —se encogió de hombros.
—Que envidia, no me gusta traer tanto abrigo encima —el rubio de quejó mirando el sueter debajo de aquella chaqueta que llevaba puesta.
—No es para tanto Steve —sonrió y pasó sus pequeñas manos sobre sus hombros.
—Si tú lo dices —él la envolvió por la cintura con sus brazos.
—Me gusta que me des la razón —acarició suavemente su cuello haciéndolo estremecer.
—Lo sé cariño —Steve rió al ver la mueca de Nat.
Natasha era muy cariñosa con él cuando estaban en privado, era otra persona, totalmente libre, pero aún no se acostumbraba a los sobrenombres cariñosos y Steve lo sabía, los decía para molestarla. Aunque la realidad ers que a ella si le gustaban y tarde o temprano lo admitiría.
—Será mejor que bajemos —se separó un poco de Steve.
—Espera Nat —ella lo miró curiosa.
El capitán sin embargo no dijo nada, tan solo unió sus labios suavemente en un beso, el cuál ella correspondió con gusto, perdiéndose en la calida sensación de sus labios. A los segundos se separaron y ambos sonrieron, se miraron y como si supieran lo que el otro quería decir ambos asintieron y caminaron hacia afuera de la habitación.