Prólogo

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Era temprano por la mañana, el joven de cabellos oscuros estaba sentado en la mesa del comedor de su casa, desayunando junto a su hermana para luego terminar de arreglarse e irse a clases. Mientras comían, el par de hermanos oían las noticias en el televisor, aunque no prestaban realmente atención, era una costumbre el tenerla encendida solo para escuchar un poco de ruido y no comer en total silencio, pues en las mañanas los hermanos no Jung no solían ser las personas más conversadoras del universo, por así decir, por lo que cualquier fuente de sonido era bienvenida a la hora del desayuno. Entre el balbuceo tonto que emitían los presentadores de las noticias, una logró captar la atención del menor de los Jung, Hoseok.

Los casos siguen aumentando, la policía tiene sospechas de que, a pesar de la complejidad y lo limpio de estos asesinatos, el culpable podría ser un joven de entre 17 o 18 años. Por ahora se considera en extremo peligroso.

Era lo que la señora de las noticias decía, el joven tuvo que morderse el lado interno de sus mejillas para evitar mostrar una sonrisa que pudiera levantar curiosidad en Jiwoo, pues sabía bien de quién hablaban, era de él. Le sorprendía qué esos idiotas hubieran logrado establecer su edad, pues nunca había dejado ni una sola pista en sus víctimas, era muy meticuloso en lo que hacía y los policías locales eran todos unos inútiles que no sabían sumar dos más dos. Ridículo.

El por qué había comenzado a asesinar personas, aún no lo tenía del todo claro dentro de su cabeza, tenía vagos recuerdos de su primera muerte, recuerdos que sabía que estaban borrosos porque él simplemente no quería recordarlo. Había sido accidental, al menos eso solía calmar su mente de las pesadillas, una discusión con el amante de su ex pareja, una discusión qué salió mal, pero como fuera. Después de eso sintió una especie de placer al quitarle la vida a las personas, una extraña descarga de adrenalina que se sentía como droga en su sistema, algo adictivo conforme lo iba haciendo más seguido y perfeccionando su modo. Su método de asesinato era peculiar, era el por qué las autoridades de pronto parecían tan interesadas en atraparlo, asesinar durante o después del sexo con algún desconocido qué encontrará en un bar de mala muerte cerca del instituto en el que cursaba su último año.

Ese día asistió como era de costumbre a sus clases, un asco, algo inservible para él. Era un estudiante destacado, con notas sobresalientes, así que por lo general se aburría en clases, se aburría de su monótona vida: Hijo de dos médicos, el hermano menor, su hermana era una joven universitaria, que oh vaya, como sorpresa estudiaba medicina y tenía unas notas impecables. Desde siempre Hoseok ha tenido la presión de ser perfecto, tenía que hacer un sobre esfuerzo para encajar en su propia familia, para convertirse en el perfecto reflejo de su padre. En parte, eso fue lo que lo motivó a escaparse de casa por las noches, era un escape a toda su estúpidamente perfecta vida, era el único momento en el que podía dejar de ser él por unas escasas horas. Podía salir, tomar algo de alcohol, bailar, divertirse... A su modo, al menos. Podía ser todo lo que su padre no lo dejaba ser, lo contrario a lo que sus profesores y compañeros de clase esperarían, podía dejar de ser la sombra de su hermana.

Sus clases llegaron a su fin por ese día, salió del instituto y volvió a casa a pie, pues realmente vivía cerca y su hermana mayor no podía ir a traerlo a la hora a la que salía. Como siempre, se despidió de todos con una gran sonrisa pintada en su rostro, esa sonrisa tan suya, tan forzada, pero nadie nunca lo ha notado, nadie nunca lo notará, aunque comenzara a cansarse.

Al caer la noche, esperó a que todos estuvieran dormidos, lo cual venía a ser pasada la media noche aproximadamente, estaba listo para salir. Camisa negra, jeans negros, chaqueta roja, su cabello peinado desarreglado, y como no podía faltar, un bisturí qué había tomado prestado de las cosas de su hermana mayor hace un tiempo, ella lo dio por perdido y él nunca dijo que lo escondía en su armario. Solía esconder el objeto en los bolsillos internos de su chaqueta, por si se presentaba la ocasión, nunca se sabía. Salió lo más silenciosamente de casa y tomó el camino directo a su bar predilecto. Una vez ahí, fue directo a la barra ordenando una cerveza mientras observaba a la gente ir y venir, esperando, esperando al joven qué despertara esa chispa en él, el chico que llevaría a la cama de un motel y lo volvería su nueva víctima, el chico que serviría como su descarga de adrenalina de la noche y lo haría sentir algo.

Apenas estaba comenzando a beber de la cerveza que recién le había traído el barman, era un bebedor tranquilo, tomaba solo para pasar el rato y distraerse un poco, su vida podría apestar, pero no lo suficiente como para empujar al joven al alcoholismo o la drogadicción, nunca perdía el control con sustancias estupefacientes. No había pasado mucho tiempo cuando comenzó a sentir la mirada de un joven castaño claro no muy lejos de él, le causaba curiosidad su presencia, su mirada, algo tenía, algo que le llamaba la atención, pero no en el sentido de siempre, era algo diferente, una sensación nueva.

Claro que no esperaba que el joven tomaría algo de iniciativa, por lo que se sorprendió un poco cuando este se acercó a él con un trago en mano, sonrisa resplandeciente, ojeándolo de pies a cabeza sin pizca de discreción en su mirada, pero claro que no se negaría a nada, quién sabe qué podría pasar esa noche. Se giró hacia ese joven y le dedicó una de sus mejores sonrisas.

—Hola ¿Cómo te llamas?

—Oh... Hola. Mi nombre es Hoseok...

Respondió Jung al mismo tiempo que paseaba su vista por todo el cuerpo del joven parado frente a él, no era su tipo como tal, no es como que tuviera un tipo definido, solo había algo en el chico sentado frente suyo que no terminaba de convencerlo. Pero como fuera, era guapo, joder qué era guapo. La noche prometía no ser aburrida como mínimo, amplió su sonrisa ante la idea de lo mucho que se podría divertir con el castaño sin nombre aún.

—¿Y tú cómo te llamas?

Y si alguien le hubiera dicho que el nombre de ese joven, su rostro, sus ojos, cada facción y detalle que lo hacía único, quedaría marcado de por vida en su piel y mente ¿Hubiera seguido adelante?

Fake Smile (VHope) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora