El muqui/Perú

34 6 0
                                    

Los mineros que han logrado ver al Muqui,  lo describen como un ser de estatura pequeña, que nunca llega al metro de altura, es bonachón, asimétrico y camina como pato. Su cabeza está unida al tronco, pues no posee cuello. Sus cabellos son largos, de color rubio brillante y su rostro es colorado cubierto por una larga barba blanquecina y piel llena de vellos. Su voz es grave y ronca, no concordante con su estatura.
Dicen que su mirada es agresiva, penetrante y hasta hipnótica. Suele vestir como minero, usa botas de caucho, abrigado por un poncho de lana y usa casco de protección, lleva una lampara de carburo y una shicullo (soga de pelos de caballo) atado a la cintura. Suele ser el responsable de extraños ruidos en las minas, pérdidas de herramientas sin explicación lógica, el agotamiento o el cambio de sentido de una veta de mineral sin motivo aparente. Los mineros refieren que emiten potentes silbidos, para anunciar el peligro y salvar mineros de su simpatía. Se dice que es muy comunicativo, y hasta incluso se comunica en los sueños.

La leyenda cuenta la historia de don Demetrio, quien fue un minero viudo y vivía con su hijo de ocho años, llamado José. Un día, don Demetrio mandó a su hijo José a que fuera al río a recoger agua, pues tenían un actividad en su casa y requerían de este liquido para poder preparar la "patasca". Ya habían pasado 4 horas desde que el padre le había dado el encargo, y el padre, preocupado, decidió ir a buscarlo. Al encontrarlo cerca del río, lo sorprendió jugando con una pequeña criatura, que reconoció de inmediato, era el Muqui. Sin pensar en las consecuencias, don Demetrio se lanzó sobre el duende, tomó su shicullo lo enredo en la pierna derecha y atrapó al muqui, quien no mostró resistencia alguna.
Este, a cambio de su libertad, prometió trabajar todos los días recolectando oro de una ciudad oculta debajo de la tierra para el anciano. Desde entonces, don Demetrio se convirtió en el minero más rico de toda su región.
Atrapar al Muqui es ambición de todo minero, pues este capturado al pedir su libertad se ve obligado a trabajar por el minero, en unos casos; en otros, lo hace depositario de una determinada cantidad de oro, con la que el minero se enriquece.

Bueno, la lección del día es no trabajar en las minas y menos en Perú (perdonen amigos peruanos😣)

Leyendas de Sudamérica y MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora