La leyenda del Açaí/Brasil

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Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, cuando aún no existía la ciudad de Belén (norte de Brasil), vivía en este lugar una tribu indígena muy grande.
Como los alimentos eran insuficientes, era muy difícil conseguir comida para todos los indios de la tribu. Así que el cacique Itaki tomó una decisión muy cruel. Decidió que a partir de aquel día todos los niños que nacían debían ser sacrificados para evitar el aumento poblacional.
Hasta que un día la hija del cacique, llamada Iaçã, dio a luz a una niña, que también tuvo que ser sacrificada. Iaçã sufrió, lloraba todas las noches por la tristeza de sacrificar a su hija. Se quedó por varios días encerrada en su casa y pidió a su Dios que mostrase a su padre otra manera de ayudar al pueblo, sin el sacrificio de los niños.
Una noche, Iaçã escuchó el llanto de un niño. Se acercó a la puerta de su casa y vio a su hermosa hijita sonriente, al pie de una palmera. Inicialmente se quedó estática, pero luego se acercó hacia su hija y la abrazó. Luego misteriosamente su hija desapareció. Iaçã, inconsolable, lloró hasta desmayarse.
Al día siguiente su cuerpo fue encontrado abrazado al tronco de la palmera, pero en el rostro traía todavía una sonrisa de felicidad y sus ojos negros miraban el alto de la palmera, que estaba cargada de frutos oscuros. Itaki, su padre, mandó a que recogieran los frutos, de ellos se obtuvo un jugo rojizo que bautizó con el nombre de AÇAÍ, en homenaje a su hija (Iaçã invertido). Alimentó a su pueblo y, a partir de este día, suspendió su orden de sacrificar a los niños.

Pobre Iaçã, eso de sacrificar a su hija es horrible.

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