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parte II, "asumiendo sentimientos"
cosquillas.
capítulo 9.

me levanté con el mejor humor que pude haber imaginado, a pesar de haber dormido menos de tres horas y con el estómago hecho nudo cada que cerraba los ojos y recordaba lo de la noche anterior.

hice mi rutina diaria.
me levanté, me bañé, desayuné y fui al colegio.
a penas mamá me dejó a fuera de la escuela y crucé la puerta de entrada comencé a sentir las manos sudorosas y los cachetes calientes, ¿qué debía hacer?, ¿actuaba igual?, ¿lo trataba diferente?
me comencé a morder el labio y a caminar más lento conforme me acercaba, una vez que crucé la puerta del salón noté que estaban mauro y valentín en los lugares de siempre pero no estaba él.
llegué con ellos y los saludé como de costumbre y me senté apenas escuchando lo que decían acompañado de algunas risas, me quedé con la mirada en la puerta esperando a que daniel llegara en los pocos minutos que quedaban antes que cerraran la puerta, comencé a mover la pierna cuando noté en el reloj de la pared que ya habían pasado tres minutos más allá del límite y la profesora comenzó a dar los buenos días para comenzar la clase.
suspiré, me dejé caer en el respaldo de la silla escuchando una risa por parte de mauro y lo voltee a ver.

-ya va a llegar.- lo miré con la boca abierta y me guiñó el ojo, jodeme que le contó.- me contas cuando quieras, amiga.- siguió hablando con una sonrisa burlona y recargando la palabra amiga.

me recargue suspirando y comenzando a escuchar lo que decía la maestra, iba a ser un largo día.

(...)

saliendo al recreo ví a yani con damian y corrí detrás de ella agarrandola del brazo ocasionando que me mirara sin entender al igual que damian.

-ocupo hablar contigo ya.- le solté antes que hablara haciendo que me mirara aún más raro.- por favor, yani.

me miró confundida y se despidió de damián y yo lo miré apenada, pero no podía esperar para contarle, caminamos hacía la parte de atrás de la escuela y nos sentamos en unos bancos viejos.
me quedé jugando con mis dedos sintiendo la mirada de yani desesperada.

-¡me querés contar ya! me pones nerviosa, mujer.- exclamó haciendo que diera un pequeño salto, la voltee a ver con la boca abierta tratando de formular lo que quería decir pero simplemente no salía nada.- ¡vamos vale! ¿qué puede ser tan difícil? somos amig...

-me besé con daniel.- solté de golpe apretando los ojos y dejando de jugar con mis dedos, cuando los abrí noté que yani me miraba con los ojos abiertos y las cejas alzadas.

-¿qué?.

-eh, me besé con daniel, bueno... me besó, nos besamos, sí.- solté nerviosa y sintiendo como las mariposas en mi estómago comenzaban a aparecer cada vez más, me besé con daniel.

permaneció viéndome a los ojos y antes de poder preguntarle qué pasó soltó un grito de emoción que me aturdió y me dió vergüenza, aunque no había mucha gente por donde estábamos, la que había nos volteó a ver confundidos, que vergüenza.

-¡y qué esperas, boluda! ¡contame!.- me volvió a gritar pero esta vez más despacio y comencé a contarle lo que pasó, de nuevo sintiendo la cara caliente y muchas cosas que no podría explicar.

(...)

iba de salida de clases en dirección a mi casa, iría caminando ya que ocupaba guardar un poco de dinero para el sábado, era molesto pero debía ir a aquella fiesta, ya había aceptado ir con ignacio, y aunque tal vez no me guste la idea, no le puedo cancelar.
suspiré colocándome un audífono y sintiendo como en cada paso mi cuerpo pedía tocar mi cama y dormir.
continué caminando viendo como el cielo estaba azul con algunas nubes y como las hojas de los árboles danzaban con el ligero aire que hacía, pasé por aquel parque tiene uno de mis mejores recuerdos hasta ahora con daniel, sonreí recordando nuestra primer plática con algunos alfajores de por medio, es un poco extraño como en menos de 3 meses ya me tiene así, y es extraño que nunca me había pasado algo similar.
continué caminando teniendo un nudo en la mente por todo el cambio que dió mi vida desde el momento en que empaque mis cosas, solté un suspiro en el momento que llegué a la esquina de mi casa y noté que estaba cierta persona sentada en la banqueta.
me comenzaron a sudar las manos por los nervios y sentí como de repente ya no estaba tan cansada, cuando escuchó mis pasos me volteó a ver, se paró, metió sus manos a los bolsillos de su chamarra y me dió una pequeña sonrisa.

moon; daniel ribbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora