El susurro de las sombras

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—Hola —saludó, aunque no haya tenido mucho sentido, estaba ahí, entre las sombras se escondía, sin importar si era de día o de noche—. ¿Cómo te está yendo? —se sorprendió al ver el par de ojos verdes que lo observaban desde abajo, aquellos ojos que parecían no tener fondo, era la figura de su consciencia—. Pronto va a ser el concurso. 

—Sí —respondió, al mismo tiempo que asentía lentamente, estando sentado en el suelo, en donde todo era oscuro a excepción de él mismo.

—¿Ya sabes qué vas a hacer?

—No —respondió simplemente. 

—No debes tener miedo. No debes de preocuparte, aunque pase lo peor que pueda pasar, se reirán de ti, te avergonzarás. Pero al menos, a ti no te abandonaran, así que no importa. No eres Beethoven, tampoco eres Chopin, claramente. 

—Eso ya lo sé —respondió cabizbajo. 

—Bien… entonces, ¿quién eres tú?

El felino se acercaba lentamente, caminando con sus cuatro patas delgadas, observando a Gerard a los ojos directamente. Sus ojos verdes como el césped eran penetrantes y se veían vacíos. La última pregunta lo dejó intrigado, porque, la verdad no lo sabía. ¿Quién era Gerard Way realmente? 

—¿Dónde estás? ¿En verdad estás preparado para el viaje? 

***

La competencia de baloncesto había comenzado hace un buen tiempo, y quedaba muy poco para poder quedar empatados con el equipo contrario, no parecía estar yéndole demasiado bien al equipo de baloncesto de Jamia. No era la presión, tampoco la inseguridad puesto a que ella estaba acostumbrada a la gente, y a quienes la admiraban, era algo que apreciaba mucho, este sería el último juego que tendrían oficialmente y no tenía planeado perder. No obstante, las cosas no siempre resultan como se esperan; Jamia tenía el balón en la mano, lo hacía botar con mucha fuerza y se acercaba a la canasta del equipo contrario. 

Había mucha gente animándola, otras personas simplemente la admiraban, otros se quedaron sorprendidos por lo bien que jugaba la castaña, como Gerard. Lindsay y Frank no paraban de gritar, supuestamente animaban a Jamia, pero parecían hablar en un tono molesto, querían que gane y les llenaba de cólera el hecho de que esté perdiendo.

—¡Vamos tú puedes, Jam ! —animaba Frank, mirando con atención cada uno de sus movimientos.

—¡Hazlo! —gritó la pelinegra en tono de desesperación. 

Lanzó con fuerza la pelota e intentó ser firme pero los nervios terminaron ganándole, había hecho un buen lanzamiento, sin embargo, había calculado mal el tiro, y solo logró hacer que la pelota rebotara en la cesta. De nada había servido esquivar y proteger la pelota, pues el tiempo estaba a punto de acabar y no había manera de meter una canasta en menos de medio minuto. 

El sonido del silbato se hizo presente, indicando la finalización del juego. Jamia parecía tener una mirada de decepción, su respiración era agitada debido al gran esfuerzo físico que había hecho en el último juego, uno de los más difíciles que le había tocado jugar. Frank, Lindsay y Gerard tenían una expresión triste, realmente querían que ganara. 

—Es terrible, Jamia también perdió —comentó Lindsay. 

No podía demostrar dolor ante el resto del equipo por ser la capitana del equipo de baloncesto, el resto del equipo lucía deprimido, en especial una chica de séptimo año, quien con ojos llorosos se le acercó. Ella le abrazó, intentando calmarla, habían dado lo mejor de ellos. 

—No llores, dimos lo mejor que nosotros. 

—¡Jam! —saludó Lindsay desde las gradas. 

—¡Muchas gracias por animarme! —sonrió hacia sus amigos, Gerard devolvió la sonrisa, algo triste, pero sincera. 

Love's Sorrow (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora