Estrella

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Una noche estrellada, la ciudad siendo alumbrada por las luces de la calle, el sonido de los automóviles se escuchaban a lo lejos, parecía ser una noche tranquila. Jamia y Gerard se encontraban caminando de regreso a casa, luego de que la competencia deportiva haya terminado, todos los jugadores y participantes se merecían un descanso. 

—Perdimos —suspiró Jamia, con un ligero tono de decepción. Había planeado ganar junto a su equipo y así poder hacerse viral, una persona conocida en toda la zona, llegaría a ser una súper estrella y todo el instituto la admiraría—. Planeaba ganar la competencia escolar y luego tener una racha de victorias en la preparatoria. Todo el mundo me iba a admirar —habló con una sonrisa, no pudo evitar formarla en su rostro al pensar aquello—. Podría haber ido al extranjero o conocer otras ciudades.

Sabía bien que nada podía cambiar, pero aún así, le gustaba pensar en qué hubiera pasado si ganaba el juego. En los últimos meses su equipo había subido bastante de nivel, podría decirse que fueron los mejores de la escuela durante un tiempo. Desafortunadamente, en esta competencia perdieron y ya no se podría hacer nada al respecto.

—Nada salió como lo planeamos, no pude convertirme en estrella —habló, al mismo tiempo que observaba las diminutas luces en el cielo, que en realidad eran enormes ante ellos. Enormes luces resplandecientes que traen esperanza y luz. 

—Las superestrellas también fracasan —el pelinegro intentaba animar a Jamia, aunque ella no se veía demasiado mal, sabía que le entristecía el hecho de no haber podido ganar—. Hay películas y series de eso —comentaba mientras estudiaba la partitura—. A todo el mundo le pasa. 

—Entonces es algo perfecto para ti —habló, sin verlo a la cara. 

—¿A qué te refieres? —preguntó Gerard, intrigado por las palabras de la castaña. 

—No fui la estrella esta vez, es una oportunidad única para que tu sí lo seas, Gerard. 

—Yo no soy tú, Jam —respondió, aún estando concentrado en la partitura.

Sabía bien lo que decía, Jamia era extrovertida y popular, si fallaba no se daba por vencida y seguía adelante, una chica perseverante con una actitud positiva ante la vida. Gerard era completamente diferente, no hacía deportes y solía ser algo tímido, no al llegar al extremo de no hablarle a nadie, pero no se consideraba una persona extrovertida en absoluto.

—Claro que no. Yo soy yo y tú eres tú —respondió obvia—. Yo no soy quien activa el instinto maternal en Lindsay, no sé nada de música y no toco el piano. 

Al no obtener una respuesta clara de parte del pelinegro, ella preguntó:

—¿Aún no lo puedes oír? —se había referido al piano, Gerard lo entendió de inmediato, recordando a detalle la sensación que sintió el mismo día del concurso en Europa. 

—Aún no puedo quitármelo de la cabeza. No puedo oír el piano y luego me pregunto: ¿Qué si no puedo volverlo a escuchar?

Un pensamiento que no se le quitaba de la cabeza desde aquel día. No quiso volver al piano desde ese entonces y por eso prefirió alejarse, para intentar dejarlo en el pasado, pero era algo imposible, pues, inconscientemente, seguía aferrándose a él. 

—“Las superestrellas también fracasan” —habló luego de un breve silencio, mientras se dirigían a la casa del pelinegro—. Agradece a las adversidades, te ayudarán a saber si realmente eres una estrella o no —ya habían llegado a la casa de Gerard, pararon enfrente de ésta y antes de despedirse, Jamia apuntó su dedo índice hacia arriba, indicando el cielo estrellado—. O eso me dijeron —sonrió—. Las estrellas brillan en la noche, es en la oscuridad cuando sacan su mayor potencial. 

Love's Sorrow (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora