Capítulo 13

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Abby:

Halloween ya terminó y como todos los años, mi padre fue a una "junta de trabajo", no recuerdo haber pasado muchos halloweens con él, pero eran divertidos. Ya es Noviembre, específicamente 7 de Noviembre, al parecer el festival continúa aún después de Octubre, esto no pasa seguido, supongo que tuvieron mucha gente este año.

Jaden tuvo que salir, Mario está de vacaciones, Cecilia regresa mañana y Joseph llevó a mi padre a su junta, así que sólo soy yo en una mansión gigantesca, debo aceptar que me resulta aterrador estar en un lugar tan grande sola, por suerte el festival y la gente tocando en él, hacen que me resulte menos tétrico por lo que abro la ventana para que la música se escuche más fuerte.

Veo el festival por un rato y me dispongo a cerrar la ventana, pero, un chico de pelo castaño oscuro me cautiva de inmediato, nunca me había sentido de esta forma sólo con mirar a alguien. Sube al escenario y comienza a hablar.

- Hola, hoy les cantaré una canción que venía componiendo hace un tiempo, se llama Paralized - todos aplauden.

Comienza a cantar, y si su físico ya me atraía, su voz lo hace aún más. Tiene la voz más hermosa que he escuchado en toda mi vida, podría quedarme todo el día escuchándola.

La canción también es muy linda, muy profunda, y lo mejor es que la escribió él, tiene talento, mucho talento y además es muy lindo. La canción termina y la calle se llena de aplausos, unos aplausos totalmente merecidos, yo también lo aplaudo desde mi ventana, sé que no oirá mis aplausos, pero aún así lo hago.

Él agradece y baja del escenario, se dirije hacia acá, parece que es su camino para regresar, ¿debería hablarle? ¿Felicitarlo? No es como si me fuera a responder de vuelta.

Pasa caminando justo por debajo de mí y lo único que puedo hacer para llamar su atención, es tirar un cuaderno. Muy bien Abby, muy buena idea.

El cuaderno lo golpea, veo todo pasar en cámara lenta, recoge el cuaderno y mira hacia arriba.

- Se te cayó - dice mirando en mi dirección levantando el cuaderno.

Qué tonta soy, no debí haber hecho nada. Asiento sin decir nada. Pero siento que se pone muy incómodo, por lo que decido hablar.

- Lo siento, soy bastante torpe - digo tímida poniendo un mechón que se atraviesa en mi cara detrás de mi oreja.

— No te preocupes ¿bajarás para que te lo de? — pregunta.

No lo pensé, no puedo bajar, no puedo abrir la puerta, siempre la dejan con llave cuando me quedo sola.

— Sobre eso... La puerta de mi casa está con llave porque no hay nadie y yo no poseo la llave — le cuento sintiéndome cada vez más tonta.

Llevo mis manos hacia mi espalda y pellizco mis brazos tratando de no llorar por lo muy tonta que me siento.

— Te lo voy a lanzar e intenta atraparlo — dice dejando su guitarra apoyada en una pared.

Lo tira un par de veces pero no logro atraparlo.

—¡No logro alcanzarlo! — grito frustrada.

— ¿Estás segura que te dejaron encerrada? — pregunta con algo de prisa en su voz.

— Muy segura, cada vez que me encuentro sola en casa, dejan las puertas y ventanas con seguro — le cuento.

— Mierda — masculla por lo que me sorprendo.

Lo sé, parezco una niña pequeña que nunca escuchó una grosería en su vida, en realidad sí soy una niña pequeña, sólo tengo 17, pero sí he escuchado groserías, sólo no me gustan.

Lo veo con mucha prisa, así que decido hablar.

— Iré a ver si puedo abrir la puerta, no lo creo posible puesto a que mi padre tiene la costumbre de dejar todo muy bien asegurado, pero aún así trataré — le aviso antes de bajar.

Bajo las escaleras casi corriendo, sin ninguna clase de esperanza y sólo intentando porque el lindo castaño tiene prisa logró abrir la puerta, aparentemente está vez no tenía llave.

— ¡Se abrió! — grito feliz.

— ¿Decías... ? — pregunta sarcástico dirigiendose hacia mí.

— Lo siento, juraba que estaba cerrada.

El chico me da el cuaderno, es impresionante poder volver a ver la calle después de tanto tiempo.

— Cantaste precioso — lo halago.

— Gracias, no sabía que me habías escuchado... ¿cómo te llamas? — pregunta sonriendo.

— ¡Abby! — escucho a lo lejos, es mi padre.

Sin pensarlo, agarro al chico de la mano y corro llevándolo conmigo. No quiero volver a mi casa.

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