Capítulo 14

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Adam:

La chica que tal parece llamarse Abby, me agarra de la mano y comienza a correr.

- ¿Quién era ese? - pregunto mientras corremos.

- Era mi padre, mi presencia en el exterior no es de su agrado - me explica agitada.

¿Por qué mierda habla así? Estoy comenzando a hartarme, sin embargo, sólo asiento sin decir nada. La voz de su padre se me hace conocida, pero por la adrenalina de estar escapando, ni siquiera me pongo a pensar en eso, sólo corro.

Luego de un buen rato corriendo, ella se detiene.

- ¿Qué pasó? - pregunto sintiendo que ya no puedo respirar - ¿Por qué paramos?

- Creo... Que... - trata de hablar, pero no puede formular una sola oración por la falta de aire.

- Tranquila, trata de respirar, siéntate - la ayudo a sentarse en la acera. La agarro de el hombro mientras ella trata de recuperar el aliento y es dónde me doy cuenta - carajo, mi guitarra.

Me paro bruscamente y comienzo a buscarla con la mirada ¡maldición! No puede ser ¿dónde mierda la dejé? Comienzo a hacer memoria y es cuando lo recuerdo, la dejé apoyada en la pared.

- Abby, necesitamos volver a tu casa - digo volteando a verla y para mi sorpresa, está desmayada - ay no, esto no puede ser peor.

La tomo en brazos y la llevo conmigo, la guitarra ya la di por perdida, necesito llevarla a un hospital. Cuando la levanto, el cuaderno que tenía en sus piernas (el mismo que me cayó en la cabeza) se cae al suelo por lo que lo recojo y lo llevo conmigo, tal vez sea importante para ella.

***
La llevo al hospital más cercano, fui al festival a pie, y como soy idiota, no traje dinero para el taxi así que tuve que traerla caminando.

- Buenas tardes señorita - saludo a la chica del mostrador - necesito que me ayuden.

- Por supuesto, en lo que vienen los médicos llene este formulario.

Asiento y espero a que lleguen los médicos. Tardan unos 5 minutos en llegar y se la llevan, es cuando comienzo a llenar el formulario.

Nombre del paciente, Abby... ¿Abby qué? No sé su apellido ¿qué hago? Bajo la mirada y veo el cuaderno, tal vez su nombre esté ahí, lo abro y, ¡bingo! Ahí está, dice propiedad de: Abby Marcus.

Escribo su apellido en el papel, pero Marcus... Lo escuché antes, pero, ¿dónde? Marcus... Marcus... Oh no, no, no, no, no puede tener parentesco con ese tal Jacob Marcus, aunque la voz de su padre me sonó conocida... No, no puede ser su hija, en Internet no dice que tiene una hija, debe ser sólo una coincidencia.

Termino de llenar lo que queda del formulario y se lo entrego a la señorita del mostrador. Luego de unos cuantos minutos sale un doctor y habla.

- Familiares de Abby Marcus.

Yo me paro y el doctor hace un gesto con la cabeza indicando que lo acompañe.

- ¿Está bien? - pregunto preocupado.

- Sí, se desmayó por falta de oxígeno ¿estuvo haciendo ejercicios? - pregunta.

No doctor, sólo escapamos de su padre.

- Sí doctor, salimos a correr - miento.

Técnicamente no mentí, sí corrimos, pero no por las razones que él cree.

- ¿Qué parentesco tiene con la paciente? - pregunta.

- Soy su primo - vuelvo a mentir.

El doctor me mira asintiendo y luego me abre la puerta del cuarto en donde está Abby, al parecer ya despertó.

- Los dejaré para que hablen un poco, se pueden ir cuando se sienta mejor - avisa el doctor y sale.

- ¿Cómo te sientes? - pregunto acercándome lentamente.

- Bien, aún estoy un poco mareada, pero bien - contesta.

Ambos nos quedamos en silencio un largo rato, es incómodo.

— El doctor me dijo que podíamos irnos hoy — rompo el silencio — tal vez sea mejor que te lleve a casa.

— ¡No! — grita frenética — no quiero regresar allí nunca más.

— ¿Por qué? Es tu casa — pregunto confundido.

Por la actitud que tiene y lo temerosa que se ve, no creo que sea de las personas que les gusta estar fuera de su casa.

— Llévame contigo — me pide evadiendo mi pregunta.

Río secamente antes de hablar.

— No — le contesto y veo que sus ojos se cristalizan por lo que suspiro — no creo que sea buena idea llevarte conmigo.

— ¿Por qué? — pregunta al borde de las lágrimas.

— Una chica como tú no soportaría un día fuera de su casa — le contesto.

— ¿Una chica como yo? — pregunta con una voz algo firme pero sin perder la timidez — ni siquiera me conoces, no sabes por lo que pude haber pasado o lo que resisto o no resisto.

Realmente me calló la boca, no sé qué más decir. Tiene razón, no la conozco, no sé de qué es capaz. Suspiro antes de hablar, sé que me arrepentiré, pero digo:

— Está bien, te llevaré conmigo, pero tienes que esconderte, al dueño de la casa no le va a gustar nada.

— Estoy muy agradecida por tu amabilidad y prometo que no permitiré que absolutamente nadie me vea — dice con una sonrisa y yo ruedo los ojos por su forma de hablar.

— Vámonos — digo extendiendo mi mano la cual ella toma.

Esto no será bueno.

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