NATHANAprieto las manos en el volante al ver el horrendo lugar frente a mi a través del espejo de mi auto. Aún no me cabe en la cabeza como es que termine aceptando esta locura de venir a un restaurante nada higiénico y en donde lo más saludable que hay en el, son los trozos de lechiga seguramente sin desinfectar.
Después de salir de la discoteca, Carolina me dijo que conocía un excelente restaurante al que quería que fuéramos a cenar y a charlar con un ambiente agradable.
Claro que me negué, ya que soy completamente capaz de costear el mejor restaurante de New York. Esta chica me saca de mis casillas, en el poco tiempo que llevo a su alrededor, puedo notar lo terca y decidida que es.Carolina es tan sencilla aún siendo una mujer increíblemente hermosa y despampanante a la vista de cualquiera que tenga huso de razón, ni se diga con el genero masculino. La chica apenas pasa y los hombres ya babean y se la comen con la mirada. Ciertamente me esperaba una mujer glamurosa y altanera, pero no deja de sorprenderme... como ahora.
Logró convencerme de venir a este lugar extravagante llamado "Jon's" en menos de 5 minutos. Y vale. Soy hombre, el que una chica tan linda como ella, me haga una tierna cara al pedirme algo tiene cierta influencia en mi. Pero ya no soy un crío, ahora al menos soy mas frío con este tipo de cosas. ¿Qué demonios hace un millonario como yo en este lugar?
Suspiro negando con mi cabeza. Es absurdo.
—Exageras Nathan, es uno de mis restaurantes favoritos. La pizza es deliciosas aquí, no te vas arrepentir —giro mi rostro mirándola con cara de espanto ante lo que acaba de decir. Ni de broma hoy cenaría una pizza y menos siendo casi media noche.
—Conozco muchos restaurantes adecuados para una buena cena a estas horas —asiento mientras tomo de nuevo las llaves del auto con la intención de ponerlo en marcha.
—¿Quieres decir que este lugar es anticuado para un magnate como tú? —replica y respiro hondo. Bien, entiendo lo que trata de hacer.
—No pienso hacerlo, sabes como soy, o bueno, eso creo —veo como muerde su carnoso labio inferior y por un instante me distrae el gesto.
—¿Qué te parece si hago que desinfecten la mesa en la que nos sentaremos frente a ti? —habla y alzo mi vista a sus hipnotizantes ojos color verde oscuro.
Suspiro y finalmente cedo. Ella chilla aplaudiendo mientras sonríe triunfante y sin ganas abro la puerta del auto para salir.
Una vez dentro como había dicho, observo como hace que una chica con cara de fastidio limpie la mesa que nos asignaron. Mi vista recorre las paredes azul retro del lugar llenas de carteles de bandas antiguas, en varias partes se encuentran pegadas placas de autos con diferentes países. A decir verdad, hasta llega a gustarme la decoración del lugar. Es cierto que no es el tipo de ligares que frecuento pero es... agradable.
Mi vista se clava en una esquina donde hay un cartel brillante con las letras "tattoo" en un estilo gótico muy extraño.—Ahí me hice un lindo tatuaje la primera semana que llegue a la gran manzana —escucho hablar a Carolina y automáticamente plasmo una mueca de desagrado.
—¿Cómo es posible? este lugar parece carecer de higiene y tu decides que es el lugar perfecto para que una aguja perfore tu piel —niego con mi cabeza mientras me imagino la escena que llega a ponerme los bellos de punta.
Rueda los ojos mientras toma mi mano y camina hasta llegar a la mesa que recientemente han limpiado.
—Estaba ebria —dice desinteresadamente— Erin y yo salimos a festejar y descubrimos este lugar, algunas veces hay música en vivo. Hoy parece que no tuvimos tanta suerte.
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Arte en N.Y • [Nathan York]
RomanceLa vida personal y el trabajo no pueden mezclarse. Aquel fastidioso lema que portaba con orgullo el mismísimo Nathan York, quien a sus 27 años había entendido a lo largo de su vida, que las personas siempre buscan algo de él, dinero o favores; quie...