Capítulo 3 "A acampar"

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Apenas nos adentramos en el bosque repleto de pinos, abetos, almendros y mucha más variedad de árboles, el muy poco confiable GPS telefontástico de Miguel comienza a fallar, así que me volteo hacia los asientos traseros dónde Eduardo y Miguel están acabando con una bolsa de Sabritas y les digo.

-Queridos pasajeros, les informo que tenemos problemas de ubicación y estamos varados en medio de la nada, y todo gracias al estúpido GPS, por su comprensión muchas gracias.-  Todo esto dicho con un muy gracioso tono de azafata.

- Tranquilo, teníamos previsto esto, así que trazamos el camino.- Me sorprendo de tan sólo oír la palabra "Previsto", a veces me sorprenden demasiado.

Miguel me pasa una hoja doblada de pésima forma y veo el mapa, es casi exacto del lugar, así que no me es difícil ubicarme en el y continuar con el camino.

Me detengo entre dos árboles que han crecido en diagonal uno hacia el otro, y, al juntarse sus copas, forman una perfecta sombra que cumbre completamente la camioneta.

Justo cuando apago el motor del auto Eduardo y Miguel bajan rápidamente del auto, y yo los sigo, empezamos caminando sin decir nada y cada vez caminamos más rápido hasta el punto de correr por nuestros alrededores, observando los árboles, saltando algunos arbustos, hasta llegar a una colina de poca altura, nos detenemos a admirar en un giro de 180° todo lo que nos rodea, y para ser sinceros, es hermoso, al dar la vuelta notamos que habíamos llegado al río, un hermoso río, con una profundidad de 1.40m aproximadamente, nos quedamos admirando la belleza del paisaje hasta que decido romper el silencio.

-Deberíamos volver por el equipaje y acampar aquí mismo.- Digo, sin dejar de mirar el horizonte.

Al darme la vuelta he visto que Eduardo y Miguel se han echado a correr y como siempre, me han dejado atrás. En lugar de ir corriendo decido caminar, y observar detenidamente los paisajes que se paran frente a mí. Al llegar a la camioneta, abro las puertas y comenzamos a cargar las enormes mochilas en nuestros hombros, junto con las bolsas del Street Mart, y ahora vamos caminando y viendo adueñándonos de árboles para hacer las necesidades, a veces por más mayores que seamos siempre habrá una pizca de inmadurez  que saldrá a flote cuando te rodean las personas con las que te sientes tranquilo.

Al llegar a la colina comenzamos a desempacar y poner las casas de campaña, es la primera vez que hacemos esto, y lo hacemos de forma pésima, hasta que por fin después de 30 minutos de intentos fallidos, logramos armar una casa de campaña, ahora solo faltan 3.

Al terminar con las casas de campaña Miguel saca su cámara de fotografías profesional y un tripíe, la coloca en posición y sin pensarlo dos veces Eduardo y yo corremos a la parte de la colina con vista al lago, Miguel corre hacia nosotros y justo cuando se acomoda, la fotografía se toma.

Al ver la foto, nos damos cuenta de que es un fondo precioso, La foto se tomó justo cuando el sol se ocultaba tras los árboles que están del otro lado, dándole al cielo un tono naranja muy lindo, y el lago reflejaba perfectamente el lado contrario.

-Me sorprende que hayan tenido una idea tan buena, esto era lo que necesitaba.

-Lo sabemos, y tú dices ser el genio del grupo, ¡JA! Estás a punto de ser destronado.- Comenta Miguel mientras saca una pizza congelada de las bolsas.

-¿Qué tal si mañana salimos a dar un paseo por el bosque?- Pregunta Eduardo viendo el cielo que está repleto de estrellas.

- Me parece buena idea, podrán mostrarme esa extraña cabaña.- Comento, mientras me recuesto junto a él.

- Sí, además yo puedo hacer algunas fotos para mi clase de fotografía.- Dice Miguel, al recostarse a mi lado.

Y sin nada más que decir, nos quedamos observando el cielo estrellado llenando nuestros oídos con la melodía de la naturaleza que pareciera que ha adquirido ritmo y resulta ser una tonada relajante.

Bienvenido a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora