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<<El amor es una fuerza que es más hermosa y más terrible que la muerte>>

<<El amor es una fuerza que es más hermosa y más terrible que la muerte>>

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Ocho días.

A pensar de que Melissa había terminando esa etapa tan dura de su vida, no bajó a comer, temió lo peor, caer otra vez en su mierda de depresión y blasfemia.

Aunque Melissa era una sola persona, no eran las mismas personalidades. Hay un antiguo proverbio japonés que  dice que las personas tienen tres caras, la primera es la que muestras al mundo en general, la segunda es algo más compleja, la que muestras a tus familiares y amigos, mientras que la tercera, eres tu, eres tu persona tal y cual refleja tu espejo. En el caso de Melissa, la tercera era la más difícil de sobrellevar, esa tercera careta había causado sus mayores problemas.

En ese mismo momento, en su cabeza encajó todo.

¡Claro! ¡Ella era! ¡Si no confiaba en ella y trataba de arreglarse a ella misma ¿Quién lo haría!? Si solo ella conoce eso.

Sorbió su nariz y con debilidad se levantó de su cama, fue hacia el baño y sintió unas terribles ganas de vomitar, lo cual hizo.

Robert escuchó las arcadas de su hermana, ya que estaba en la habitación de al lado viendo una película con Leonorah, el se paró rápidamente y fue hacia la habitación de Melissa, por suerte, no había pestillo, entró rápidamente y encontró a su hermana al lado de el retrete con lágrimas en los ojos y pálida, estaba sudando y su cabello estaba desordenado, tenía las mejillas rojas junto a su nariz y unas terribles ojeras se veían en la parte inferior de sus ojos, los cuales estaban rojos.

—No me siento bien —dijo en un susurro.

—De eso me di cuenta, Mel —el la ayudó a pararse y mojó la cara de su hermana, la nuca y un poco la cabeza.

—Tengo frio.

El chico frunció el ceño, la calefacción estaba prendida, el secó sus manos y puso una en la frente de Melissa.

—Mierda Melissa, tienes fiebre —el chico acostó a Melissa en su cama—, no te muevas.

Minutos después, Robert volvió con una pequeña fuente con agua fría y hielo, donde había un paño, junto a un analgésico y algo de comer.

—¿Hace cuanto no comes? —dijo el sentándose en la cama y poniendo el paño frio en la frente de Melissa.

—¿Cuando fue que cenamos? —dijo en un susurro.

—Ayer.... Melissa eso fue hace casi veinticuatro horas —dijo Robert.

—Ahí lo tienes —dijo con un nudo en la garganta. Se sentía decepcionada de ella misma.

ʟᴏsᴛ ʟᴏᴠᴇ | ᴅᴀɴᴛᴇ ᴀʟʙɪᴅᴏɴᴇ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora