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ᴅɪᴄɪᴇᴍʙʀᴇ, 3, 2019

—No —Respondió Melissa secamente.

—No me mientas, estoy seguro de que sigues enamorada de él —Dijo Robert comiendo un pedazo de su comida—, además, tendrán que arreglarse, grabaremos la segunda temporada y ustedes tendrán varios flashback's juntos, recuerda que Klaus y Alice son hermanos de sangre.

La chica pasó una mano por su cara con frustración.

—Que se arregle la Melissa del futuro —Tomó un trago de su agua—, mientras tanto, no me importa.

Robert negó levemente la cabeza y sonrió con sarcasmo.

—Cambiando de tema —Robert empezó a levantar los platos de la mesa, siendo ayudado por Melissa—, pasaremos navidad allá.

La chica se encogió de hombros y ladeó la cabeza.

—Si mamá estuviera aquí sería lo único que llegaría a preocuparme —Dijo la chica en un suave susurro.

Robert le dio una mirada de apoyo a su hermana. La muerte de Karol había sido algo difícil de superar, el ambiente era totalmente distinto y eso llegaba a perforar un poco la felicidad que se escondía en ellos. Aunque podían recordar a su madre con felicidad, ella había sido una de las mejores mujeres que había conocido Melissa, era fuerte, agradable y bondadosa con todos, quizá solo quería enmendar los errores del pasado.

Aunque habían sido pocos meses, Melissa había madurado muchísimo, su forma de pensar y personalidad había dado un giro impresionante, Melissa ahora era mucho más fuerte, más imponente, su presencia no pasaba desapercibido para las personas. En ella podías encontrar una mirada que te penetraba hasta la más profundo de tu ser, tan solo con su mirada y su semblante serio parecía que te estaba haciendo algún tipo de análisis. De vez en cuando, daba miedo.

—Supongo que es cierto —Habló Robert terminando de lavar los platos—. Anda, vamos a dormir, mañana hay que despertarse temprano.

Melissa asintió.

Robert suspiró con tristeza, la Melissa de hace algunos meses habría hecho un  escándalo por tener que madrugar. Veía a su hermanita hecha una mujer, le costaba procesar que ella ya no era el pequeño unicornio que veía el mundo como uno de princesas, extrañaba esa pequeña que cada vez que lo veía volver del trabajo iba corriendo con sus pequeñas piernitas y los brazos abiertos a abrazar a su hermano.

Melissa se había cortado el pelo, tenía el pelo por los hombros, no como antes que lo tenía más largo, su piel estaba más blanquecina debido al invierno que arrasaba en la ciudad y sus pecas se notaban más.

Melissa abrazó a su hermano y se despidió con una pequeña sonrisa, caminó hasta su habitación y cerró suavemente la puerta al entrar, allí soltó un fuerte suspiro, le atormentaba la idea de tener que establecer relación con Dante otra vez. Con Aidan todo había sido bastante fácil, de vez en cuando se llamaban y cantaban, a veces hacían vivos juntos y demás, eran amigos, o eso creía ella.

Un sudor frío arrasó en el cuerpo de Melissa, dando a entender que tenía miedo, tenía miedo después de tanto tiempo. Vamos, no puede ser tan difícil. Recordó todo lo que había pasado. Mierda, si será difícil.

Sacudió la cabeza tratando de alejar ese pensamiento que le daba migraña y fue a su baño, se lavó los dientes y la cara, desendredó su cabello negro como la noche y se pudo su pijama, que tan solo era un remerón que le había robado a Robert.

Se miró al espejo y sonrió levemente, le gustaba la nueva Melissa, alguien que se había prometido seguir con su vida y con fuerza, sin decaer y demostrar que ella podía, podía mover montañas. Aunque también podía desmoronarse.

Frunció el ceño ante esa idea que había hecho su mente, según ella no iba a volver a desmoronarse.

Dejó de ver su imagen y se giró hacia su cama, caminó con sus pies descalzos tocando el frio suelo de madera y se acostó en su cama, cerró los ojos y minutos después calló en un profundo sueño.

Abrió sus ojos con pereza y dejó que sus neuronas hicieran sinápsis, se ubicó en donde estaba y que día era hoy, con algo de sueño apagó su alarma y se sentó en la cama, se quedó viendo un zapato un tiempo que estaba al lado de un ¿brasier? ¿Como llegaste ahí? Le preguntó, aunque sabía que no le iba a contestar. Soy un brasier y estoy al lado de un zapato. Pensó con voz aguda.

Sonrió ante la estupida idea que había surgido, se paró y se estiró un poco. Fue a su baño y se dio una relajante ducha de agua caliente, dejó que el agua corriera por su cuerpo, despertandola y dándole una sensación placentera.

Salió del baño envuelta en una toalla mientras secaba su pelo con otra de estas, miró su clóset, observando la ropa que había quedado fuera de la maleta, decidiendo que era lo que se pondría.

Se decidió por un jean azul ,un buzo algo amplio y se puso sus borsegos negros, en estas épocas hacia mucho frío. Tomó su maleta y bajó hacia el comedor, allí vio a su hermano preparando un café para el y otro para ella.

—Buenos días —Saludó Melissa mientras buscaba sus pastillas en la alacena.

—Buenos días, Mel —Dijo Robert, el puso las dos tazas de café en la mesa y se sentó.

El desayuno transcurrió en silencio, cada uno en lo suyo, Melissa se limitaba a ver las noticias de la mañana, las cuales mucho no le llegaban a importar pero un poco de conocimiento de como se encontraba todo no haría mal.

Lavaron sus tazas y revisaron que todo esté en orden para el viaje, sin más preámbulos salieron de su casa, subiendo al taxi que Robert había llamado para que los lleve hasta al aeropuerto.

La chica miraba maravillada la nieve, no era tanta, era la cantidad exacta, siempre le había gustado la nieve, se le había algo realmente bonito y elegante. Era una capa sutil que tapaba los patios de las casas y los techos de los autos, los árboles también tenían nieve y de vez en cuando caía al piso.

Instantes luego llegaron al aeropuerto, hicieron el tramiterio para poder abordar, al ver que todo estaba en orden se sentaron a esperar a que los llamaran para poder subir al avión.

—¿Estas nerviosa? —Preguntó Robert.

—Por más que te parezca sorprendente, la verdad es que no —Dijo Melissa haciendo una mueca.

—Eso es nuevo, y es algo bueno, significa que la terapia está dando sus frutos —Habló Robert con una sonrisa.

La chica asintió imitando la sonrisa.

Melissa había decidido que entre tantos sucesos traumáticos en tan poco tiempo tendría que acudir a la ayuda de algún profesional.

—Vuelo 8, ingresar por puerta B-3 —Se escuchó por los parlantes.

—¿Porque siempre nos toca el vuelo 8? —Preguntó Melissa al aire empezando a caminar.

—El destino —Dijo Robert haciendo un ademán.

Melissa dio una risa nasal y negó con la cabeza suavemente con una sonrisa.

ʟᴏsᴛ ʟᴏᴠᴇ | ᴅᴀɴᴛᴇ ᴀʟʙɪᴅᴏɴᴇ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora