Inicio: 29/09/20
The Boy Who Murdered Love.
Una llamada cruza la habitación de hotel como un ensordecedor chillido, que hace que el muchacho saque uno de sus fuertes brazos para dar toquecitos en la mesa de noche hasta encontrar el origen de este. Aún con los ojos cerrados y la cabeza bajo las oscuras sábanas de seda, que se pegan a su piel desnuda; se lleva la mano al pecho con el objeto. Tarda unos segundos en deslizar su pulgar por la pantalla para contestar, todo esto por intuición, pues permanece con los párpados caídos.
—¿Diga?—pregunta con voz ronca, contra la almohada.
—Buenos días, señorito Jeon—contesta la voz del otro lado, femenina y con matices maduros—. Le llamo para confirmar su asistencia.
El muchacho emite un sonido casi inentendible, para dejar constancia de que la ha oído.
—Las candidatas y su información han llegado. Podrá encontrarlo todo en los documentos adjuntados en el e-mail que le acabamos de enviar—prosigue, teniendo el micrófono del manos libres tan cerca que se escucha el sonido de sus dedos al teclear—. También hay un vídeo de presentación.
Se frota los ojos y se incorpora en la cama, quedándose sentado y fijando la mirada en la pared que tiene por delante, en un intento por despertarse del todo. Aún tiene los ojos entrecerrados y esa típica expresión graciosa, que muestra que una parte de él sigue en el mundo de los sueños.
—¿Comprende, señorito Jeon?—comprueba, tras hacer un largo monólogo, si le está escuchando.
—Sí, sí, te he oído—miente, a sabiendas de que, seguramente, toda la información anterior no es relevante.
La mujer, que le conoce lo suficiente, se ve en la obligación de repetirlo:
—Debe pensar bien su elección, señorito Jeon, pues no hay posibilidad de cambio.
—Lo sé, está bien—responde con desinterés, hasta que su cerebro lo procesa y el hecho le despierte del todo—. ¿Cómo que no hay posibilidad de cambio? En años anteriores lo ha habido—recrimina incrédulo, eso puede trastocar su jugada.
—Es la regla—la mujer intenta sonar firme. Después de todo, está hablando con un chico entrado en sus veintitantos, y ella esa edad la pasó hace mucho—. Si no está de acuerdo...
—Da igual—la interrumpe, quiere ahorrarse el sermón—. ¿Algo más?
—No, creo que no. ¿Tiene alguna duda?
—No—cuelga.
Deja el móvil en la mesilla y se tumba de nuevo. Bosteza y cierra los ojos, esperando volver a dormirse. La alarma no ha sonado aún, así que puede permitírselo. Otros en su situación, se morirían de la curiosidad y encenderían su portátil para averiguar el abanico de posibilidades que se le ha abierto. Pero él no. Por mucho que le gusten las mujeres casi tanto como la carne de cordero, no siente la necesidad de abrir el e-mail.
Sabe que sea como sea, cualquiera de las candidatas va a caer, su arrogancia no es ningún secreto. Si no estuviera tan seguro, no estaría en esa habitación de hotel. De hecho, le divierte recordar que sus compañeros, ya confirmados para el trabajo, se habían estado burlando de él por haber tenido el descaro de viajar hasta el país sin ni siquiera saber si iban a contratar sus servicios.
Pero él nunca ha dudado y eso es lo importante, ¿no?
«Sin mí, no hay programa», repite cada vez que tiene ocasión y se lo recuerda a toda persona que pone en tela de juicio sus capacidades. Y si con eso aún no le creen, ya lo verán con sus propios ojos cuando llegue la ocasión. Aunque la visión de los que compiten contra él puede tener ciertos aspectos para ser un buen argumento. Principalmente, ser coreano no es una buena carta para jugar, pues a la mayoría de la audiencia y las concursantes les suele repeler que el chico tenga origen asiático en un país como lo es España.
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Temptations [Finalizada]
FanfictionNo te fijes en él. No te fíes de él. Y sobre todo... No caigas en la tentación por él. [No acepto ni copias ni adaptaciones, está registrada, así que si alguien intenta robarla, que sepa que puedo tomar medidas legales]