Capítulo 9

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«¿Ahora qué debo hacer?»- pensó Louis, dirigiendo este pensamiento hacia Arielle con gran preocupación.

- Ya lo sabes, te lo dijo Edward- dijo la chica en voz alta.

Sus ojos se encontraron. ¿Estaba hablando en serio? ¿Debía clavarse en el corazón el cuchillo que le había dado Edward, como si de un vampiro se tratase? ¿No era mejor tirarse y estamparse contra el suelo? No estaba seguro de cuál de los métodos sería el más o el menos doloroso, pero de lo que sí estaba totalmente seguro era de que quería que la muerte le llegase lo más rápido posible, para así no poder tener tiempo de arrepentirse, ni de sufrir mucho. Porque se dio cuenta de que, en el fondo, tenía miedo de enfrentarse a la muerte, tal vez por los constantes traumas que ésta le había causado durante su infancia.

Arielle negó con la cabeza.

- Lo siento- respondió.

Bueno, si era necesario lo haría, a pesar del terror que sentía. Se clavaría el cuchillo y entonces...

- ¡¡No!!- algo en su interior se removió con furia y salió hacia fuera, similar a una erupción volcánica. ¡Era Thanatos! Claro, él no se dejaría matar tan fácilmente.

Louis intentó controlar el cuerpo, pero lo único que consiguió fue sujetar bien fuerte el cuchillo. El resto quedó a manos de Thanatos.

Entonces se elevó por encima de las nubes, y tomó rumbo al norte. ¿A dónde pretendía ir?

«¡No dejaré que me mates!»- sus palabras eran como bombas que caían sobre la cabeza de Louis, su voz era demasiado estridente como para soportarla.

"Puedes hacerlo. Contrólalo. Tú puedes"

La misma melodiosa voz de antes se coló en la cabeza de Louis, como una sombra que cada vez va cobrando más nitidez.

"Concéntrate; contrólale"

«¡No puedo! ¡No puedo!»- pensó el chico, poniéndose cada vez más nervioso al ver que no lo conseguía.

El poco control que ejercía sobre Thanatos también empezó a desaparecer, y el cuchillo comenzó a temblar entre sus manos. En el momento en que Thanatos le controlase absolutamente, éste caería sin remedio; todo habría sido en vano.

"¡Concéntrate!"

Louis sacó fuerzas de flaqueza, que fueron suficientes para mantener unos segundos más el objeto entre sus manos. Pero sirvió de poco, pues no tardó en volver a la mima situación peliaguda de antes.

- ¡Resiste, Edward!- rápida como un rayo, Arielle se acercó al fantasma tirado en el suelo, aún con la daga entre lo que serían sus costillas, si estuviese vivo, claro.

Se la quitó y comprobó, con horror, que se trataba de una daga demoníaca. Este tipo de dagas eran capaces de matar a cualquier ser, de hacerlo desaparecer para siempre fuesen del plano que fuesen, sin importar el tipo de materia con el que estuviesen hechos.

- ¡¡Ah!!- se quejó él, haciendo un gesto de intenso dolor reprimido. Su imagen estaba empezando a desaparecer, ya que las partículas que formaban su cuerpo estaban comenzando a morir.

- Te dije que no me siguieras- le reprochó con voz entre cariñosa y enfadada, y acariciándole con suavidad una mejilla.

- ¿Y abandonar a un amigo?- replicó él a su vez en un murmullo.

La imagen de Edward se volvió un poco más transparente.

«Morirás; te conseguiré controlar»- amenazó Louis, intentando resistirse a la fuerte influencia de los maléficos poderes de Thanatos.

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