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—Señor, ya están aquí — se adentra en la Oficina un soldado.

—Está bien, iré en un momento que espere en mi patio — Volteo el Alemán sonriendo leve.

—Sí señor — sale de la Oficina.

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—Qué agradable lugar — sonrió sentando me en una de las bancas que apuntaban hacia un roble bastante agradable a la vista.

—¡Soviet!, quien lo diría — sonríe levantando sus brazos un poco llegando para sentarse a mi lado y subir sus piernas sobre las mías.

—Veo que ya comienzas con la confianza. — río un poco mirándolo.

—Siempre la he tenido, tú decidiste ignorarla — sonríes mirándome.

—No compartiría secretos de guerra, no soy un idiota ¿sabes?.

—No eres un simple idiota, eres mi idiota — siento sus brazos rodear me provocando un fuerte rubor en mis mejillas — sabía que debajo de esa coraza aún está el niño que fácilmente se avergüenza.

—Q-qué...? — lo miro de reojo demostrando mi rubor.

—Awww, — picas mi mejilla con tú dedo índice, me siento intranquilo estando de este modo.

—No he venido a estar haciendo... Esto, solo vine a aceptar el trato... — desvío nuevamente la mirada.

—Bien bien, quieres pasar y firmar? — te levantas extendiendo tú mano.

Me levanto y lo miro serio, pero mi rubor delata la vergüenza de esta escena — No soy un niño, puedo sólo.

—Oh está bien, perdón por ofender a la gran Union soviética — exageras jalando mi mejilla comenzando a caminar — te guiaré sigueme.

—Espera Reich... —tomó tú mano con vergüenza pero con una mirada decidida.

—¿sí? — volteas sorprendido por mi acción, pero no quitas tú tranquilidad.

—E- esto es tuyo... — de mi abrigo saco tú antiguo cuaderno de dibujo, no estaba muy estropeado por muchos años lo tome como mi preciado tesoro.

—S- Soviet... — ahora tú rubor era el que resaltaba llegaba hasta tus orejas con ternura —¿a-aún, lo tenías? — alzas la vista sonriendo.

—Sí, desde que te fuiste... Lo guarde muy bien, siempre espere dartelo  denuevo — sonrió mirando el cuaderno entre tus manos.

—Oh... Mierda... — cubres tú rostro con el cuaderno, que injusto justo quería ver tú expresión —N-no sé, que decir —

Lo miro por un momento, sus manos también reflejaban un pequeño rubor esta escena era muy tierna.

—G-gracias — quitas el libro dándome otro beso al cual en esta ocasión correspondi.

Sus labios son dulces... Eso me agrada.

—¡Hey! — ¿esa era la voz de un niño?.

—A-ale! — te separás caminando hacía él— te dije que no vinieras aquí.

—Pero padre, ¡el te estaba haciendo algo! — me señala.

No puedo evitar volver a ruborizarme, un niño malinterpretó mis intenciones — ¡No hago nada malo!.

—¡Claro que sí, asqueroso comunista! — patea mi pierna, aunque no lo sentí (mucho) guarde una risita.

—¡Si no hubieras dicho asqueroso te abrazaría — ríes cargandolo — papá esta bien pequeño, ve con tu hermano — sonríes besando su mejilla.

—Bien, y sí no estás bien llamame y mi hermano y yo lo quemaremos! — sonríe ampliamente, ¿¡para él decir ese tipo de cosas es un juego!?.

—Bien bien, ya ve — miro cómo lo bajas y vuelve por donde vino.

—¿Tienes hijos? — no puedo evitar preguntar,tenía curiosidad.

—Sí, a diferencia tuya tengo un límite, Soviet — me miras sarcástico, no puedo evitar reír.

—¡Qué cruel! — dramatizo riéndome.

—Ya vamos a firmar los papeles, “asqueroso comunista”— ríes codeandome para luego caminar a mi lado.

Bueno ahora conozco una nueva faceta de Reich, su versión paternal me asusta.

¿Qué rayos le enseña?, ¿quemarme...?, qué miedo.

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Continuará ❤✨

Tᵉᵃʳˢ Iᶰ Hᵉᵃᵛᵉᶰ (¡𝓣𝓮𝓻𝓶𝓲𝓷𝓪𝓭𝓪!)Место, где живут истории. Откройте их для себя