Capítulo 3 Ciudadanos de un pueblo extraño

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Al igual que el grupo de Kazuo, Shiori y los jugadores restantes del primer juego rondaron los cuarenta. Se reunieron guiados por los mapas señalados en las pantallas de los relojes. Encontraron un pueblo con características similares al pueblo del grupo en paralelo.

Después de que la voz les explicara las nuevas normas de convivencia, se dispersaron siguiendo las necesidades de cada uno. La enfermera, por su parte, halló un hospital abastecido con instrumentos fundamentales para atender cualquier emergencia. Hizo correr la noticia con las personas más allegadas de que estaría atendiendo allí. Seguramente habría muchos heridos luego de la persecución del monstruoso lobo.

Uno de los primeros pacientes fue Hideo, acarreado por Shiori mientras Nishimura conseguía alimento para los tres.

La mujer tendió la cama para el próximo en atenderse y los recibió con una sonrisa. La amabilidad, la cortesía era importante, más que nada en un momento así, donde rondaban sospechas entre los participantes.

—Buen día —saludó—. Ubícalo sobre la cama —le indicó a Shiori.

—Me duele mucho —se quejó Hideo, pero al ver a la enfermera acercársele con un busto generoso, provocó que el dolor desapareciera, al menos por unos segundos.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó la enfermera.

—S-s-soy... Hi... Hi. —No podía dejar de tartamudear frente a la atractiva mujer.

—Lo siento, no te entiendo.

—Se llama Hideo —ayudó Shiori conociendo las reacciones del joven.

—Oh, Hideo. Hola, Hideo soy Nao. Dime donde te duele.

—E...e...e...

—Es su pierna —intervino Shiori una vez más.

Nao revisó la pierna encontrando la herida algo sucia por la tierra del bosque.

—No te preocupes Hideo, no es nada grave. Limpiaré la herida para que no se infecte y la coseré para que la piel se vuelva a unir.

—Ve señor Hideo, le dije que no era nada grave —concordó.

Nao preparó los utensilios para proceder y se sentó nuevamente junto al paciente:

—Te explicaré lo que haré para que no te asustes. Esta es una aguja quirúrgica, ¿ves la forma que tiene? Es curva para que me facilite coser.

Hideo no apartó la vista de la aguja, era extraña lo reconocía, pero no le daba confianza de que no le dolería, era una persona muy susceptible al dolor físico.

—Primero voy a limpiar la herida.

—¿No me puede administrar anestesia? —suplicó atemorizado.

—No es necesario, la guardaré para cuando realmente lo sea —aclaró Nao.

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