La causante de todas sus desgracias, la enigmática voz, los convocó exactamente a media noche. La mayoría de los jugadores dormían cuando escucharon su llamado. El sueño les fue interrumpido, por lo que ciertas somnolientas personas se tambaleaban mientras esperaban la explicación del tercer juego. Dentro de ellas, estaba Nao, que recientemente había terminado de arreglar el hospital para posibles heridos en el regreso del juego y no descansó pensando que iba a tener la oportunidad de recuperarse durante la noche.
Rena apartada del grupo, se sentó sobre el respaldo de un banco de la plaza y prendió un cigarrillo. Lucía pensativa, lo que llamó la atención de Ryu, no dialogó con ella después de la noche que pasaron juntos. Creyó que la inicial relación se vio afectada por ese suceso y no conservaba una buena experiencia con mujeres del carácter de Rena, por más que le resultara atrayente.
Inseguro se le acercó para preguntarle si se encontraba bien, sin embargo no podía preguntárselo directamente, optó por resaltar un hábito que desconocía de ella:
—No sabía que una nadadora tenía permitido fumar.
—Fumo desde los dieciséis años, mi entrenador me lo prohibió cuando comencé a nadar —respondió quitándose el cigarrillo de la boca.
—... Tú... —Ryu se rascó la nuca, un tanto nervioso.
Rena se paró sobre el banco quedando a la altura de la vista de Ryu.
—¿Crees que me conoces? —le preguntó mirándolo a los ojos.
—... No estoy... seguro. —Ryu apartó la mirada.
—¿Crees que soy la clase de mujer que conquista hombres para que hagan lo que quiera?
—No creo que lo seas.
—¿Por qué lo dices? ¿Has caído por mujeres así?
—Aparentas ser lo que no eres para protegerte. Elegiste tu forma de jugar, no voy a juzgarte por eso.
—Ja, ja, pareces una especie de padre moderno vestido con una chaqueta de cuero. No necesito que me vengas con esto. Si algo me llegara a pasar en el juego, no vas a correr detrás de mí... porque se repetirá lo que sucedió con ese chico. También aparentas ser quien no eres, Ryu. —Rena le puso el cigarrillo entre los labios y se bajó del banco para reunirse con los demás.
Ryu fumó una vez y lo arrojó a los pies de la estatua del ángel.
—Disculpe señorita, no entiendo de qué me habla —se disculpó Shiori con la joven de kimono, Yoroi, quien alterada le advertía sobre Hideo.
—¡No me digas señorita, soy menor que tú! Estoy tratando de abrirte los ojos, las chicas debemos estar unidas en momentos como este. Además somos las menores, corremos riesgos estando con tantos adultos.
—Pero el señor Hideo es una buena persona. Deberías conocerlo mejor. —Sonrió tímidamente por las acusaciones de Yoroi.
—Te ha engañado, pobre de ti, chica maid. —La abrazó trayendo su cara a su pecho.
—Escuché todas las cosas horribles que te pasaron con esa niña, debió ser duro, pero no te preocupes, juntas vamos a salir adelante.
Shiori confundida con su actitud, intentó liberarse para protestar, pero Yoroi la abrazó con más intensidad.
A lo lejos parecía una situación típica de dos adolescentes bromeando, pero las connotaciones no eran esas, para Yoroi era importante conseguir aliadas para no sentirse sola frente al gran número de hombres que quedaban. Ella los detestaba, los consideraba enemigos y no les daría ni una pizca de confianza, menos aún en un juego de supervivencia.
ESTÁS LEYENDO
Cuentos de supervivencia ©
FantasyDos grupos de personas son secuestradas por dos entidades paranormales y obligadas a enfrentar una serie de juegos mortales, con la constante amenaza de monstruos basados en personajes de cuentos infantiles. Los participantes deberán poner a prueba...