Capítulo 8 Valentía y libertad de matar

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Las tablas del puente crujieron al cargar con el peso de Tatsuma y el anciano, el miedo a que cedieran bajo sus pies y los dejaran caer al agua fue inevitable. Debían cruzar a la mayor velocidad posible. Nuevamente se tambaleó, Tatsuma temía con cada paso que la siguiente madera estuviera rota o no los soportara. La cantidad de ratones que nadaban bajo el puente aumentó, todos los que no estaban comiendo los cuerpos de los jugadores muertos se habían reunido, siguiéndolos. Caer sería una muerte segura.

El violín de Yuriko ya no se oía, la habían detenido para que descansara y se tapara los oídos. Ahora solo tenía que esperar y confiar en esos dos, su función estaba cumplida.

Avanzaron unos diez metros cuando Tatsuma notó que el puente tenía un defecto aterrador: al ser colgante, mientras más se aventuraran al centro del río, más se acercarían al agua. Sumándole eso al hecho de que llegaba consigo el peso adicional del hombre mayor, conllevaba a que el puente descendiera hasta hundirse. Presintió lo que les esperaba.

—¡Maldición! —Lo que temía se convertiría eventualmente en una realidad.

Los ratones se amontonaban impacientes, chillando y moviendo sus pequeñas patas frenéticamente para flotar. Entre el descontrol, unos lograron subirse sobre los demás, que estando tan cerca entre sí sirvieron como base para saltar. Dos llegaron al puente.

—¡! —Tatsuma los notó solo cuando alcanzaron sus piernas. Rabiosos lo mordieron, rasgaron la ropa y le arrancaron diminutos trozos de piel.


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—¡GRYAAAAAA! —gritó dolorido, sacudió las piernas para quitárselos, pero uno logró sostenerse. Tener que deshacerse de los ratones mientras cuidaba su equilibrio le resultó complicado, pensó que caerían por un momento. Tuvo que apuñalar con la navaja al ratón que faltaba para quitárselo. El mismo estaba subiendo con la intención de morderle el estómago e introducirse en su interior, como lo hicieron los demás con los que cayeron al agua.

Más ratones lograron saltar, Tatsuma aceleró el paso con desesperación, dejando un rastro de gotas de sangre que caían de sus piernas. La música del flautista se filtraba con mayor intensidad y claridad entre las manos del señor ahora, no obstante, como si se tratara de un hechizo mágico, por estar tapando sus oídos de esa forma, esto no le afectaba en absoluto. No era lógico, pero nada le parecía serlo desde que despertó en aquel bosque.

Otro ratón logró subirse al puente y lo mordió en el tobillo, las mordidas eran sumamente dolorosas, sus dientes perforaban la piel como cuchillas. No fue difícil devolverlo al río, y Tatsuma sabía que esos pequeños ataques no eran nada en comparación a lo que se venía. Sin poder siquiera pensar en lo difícil que sería enfrentar al flautista cuando llegaran a tierra firme, la atención del hombre estaba centrada en cómo el puente casi rozaba el agua. En número de ratones que subió aumentó, al igual que la velocidad del jugador.

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