Capítulo 7 Se inicia el concierto

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Espero que hayan disfrutado su última semana de vida, insignificantes humanos —comenzó diciendo la potente voz. Recordándoles a los jugadores con crueldad lo deprimente de su situación—. Ahora iniciará el segundo juego, esfuércense al máximo si quieren ver la luz del día siete veces más... A diferencia del anterior juego, en este no habrá límite de tiempo. Solo deben llegar a cierto lugar y derrotar a cierto personaje.

«Lo dice como si fuera fácil, pero seguro ese personaje es otro monstruo», pensó Kazuo.

Basta con que uno de ustedes derrote a este personaje para que todos sobrevivan, aquí termina mi explicación. —Concluyó abruptamente.

—¡¿Qué?! ¡¿Eso es todo lo que nos dirás?! —preguntó gritando Yukie, alterada lo suficiente como para olvidar por un instante de lo arriesgado de alzar la voz en protesta. Rápidamente se tapó la boca para callarse, asustada y rogando al cielo que no fuera demasiado tarde.

La voz la ignoró, en un acto que consideró piadoso, y agregó un último detalle antes de dejar de hablar definitivamente:

En sus relojes aparecerá un mapa que marcará hacia dónde deben ir, síganlo sin chistar. Es todo.

Los participantes desearon que esa información fuera realmente la necesaria para sobrevivir al segundo juego, comenzaron a moverse hacia el lugar que les indicó el mapa, tal como se les dijo.

Los primeros segundos reinó un sumiso silencio, solo opacado por el sonido de los pasos de cada jugador. Hasta que el oficial Makoto juntó valor para retomar su posición de líder y habló:

—¡Todos recuerden, debemos trabajar en equipo! ¡Sujeten bien sus armas y no hagan nada imprudente! ¡Consulten sus ideas con el resto antes de actuar! —La moral se elevó levemente una vez más al ver que el oficial seguía manteniendo su postura. El miedo a que fuera solo un apoyo momentáneo que los abandonaría en algún momento, cruzó los corazones de los jugadores más débiles.

—Bueno, es hora de la verdad... —dijo Satou para sí mismo lleno de miedo, acompañado de Yuriko y Kazuo. Apretó fuertemente los cuchillos que había recolectado para usar como armas en el juego, sabía que era probable que alguno no fuera permitido, sin embargo no creía que todos llegaran a ser rechazados, y el hecho de que la voz no haya dicho nada en contra cuando les habló, le dio nuevas esperanzas.

—Por favor Dios, protégenos. Por favor Dios, protégenos —rezó repetidas veces Yuriko, juntando las manos y cerrando los ojos mientras caminaba, pese a no ser realmente una creyente religiosa.

—... —Kazuo no sabía a qué aferrarse. Cada paso que daba lo acercaba más a su posible muerte, lo tenía muy claro, mas, ¿qué tenía para garantizar su supervivencia? Tocó el bolsillo en el que llevaba su objeto personal y se preguntó si esta vez sí llegaría a usarlo. Una parte de él quería que eso no ocurriera, pero otra deseaba sacarse la duda cuanto antes de si realmente le era de utilidad llevarlo consigo. El temor lo acompañó durante todo el trayecto.

Confundidos, llegaron hasta el límite del pueblo, donde permanecía invariable la espesa niebla que les impedía escapar.

—¿Qu... qué se supone que hacemos ahora? —preguntó una mujer mayor asustada, mirando al oficial Makoto.

—Pues... debemos seguir sin chistar —declaró reanudando su caminata, adentrándose en el bosque apenas visible.

«Eso dijo la voz, seguir el mapa sin chistar, así que eso debemos hacer. Lo peor que puede ocurrir es que me lleve de vuelta al pueblo... ¿Verdad?», se dijo tratando de no mostrar su temor a los demás. Era el que iba delante del grupo, su líder, su cabecilla, pero al mismo tiempo también el que recibiría primero las consecuencias si tomaba una mala decisión. Esa era la responsabilidad que asumió, no podía arrepentirse ahora.

Cuentos de supervivencia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora