(❁ CINCO ❁)

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No...

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–¿No? ¿Qué le duele?

La desesperación consumió el cuerpo delgado del pelinegro examinando con sus ojos cristalinos algun indicio de lastimadura en el sujeto ajeno, encontrándolo de inmediato.

La palma del peliverde tenía una cortadura pequeña, producto de un trozo pequeño de vidrio tirado en el suelo cual al tratar de amortiguar la caída se lo introdujo ligeramente.

El de ojos claros tomó la mano ajena sintiéndolas ante su tacto fría y áspera acompañada de unos dedos largos, huesudos y finos. Por un momentos los sintió igual que las de "mamá" dándole miedo ante el pensamiento que le podía llegar a golpear pero ante el líquido espeso de la sangre adornar aquella mano se dio cuenta que no eran las mismas.

Por que esta estaba dañada.

Limpió ligeramente con la parte más limpia de su camiseta la herida, dejándola de lado un momento, abrió y luego colocó cuidadosamente una de las curitas encima de la herida.

Ante la mirada de ambos chicos, sus labios rellenos besaron castamente la mano dañada por impulsó.

No le fue extraño hacer ese gesto ya que estaba acostumbrado desde pequeño.
Cuando Hoseok llego a vivir a la casilla sus manos sufría de múltiples lastimaduras y él se encargaba de curarlas dándole un besito al final diciendo que eso ayudaría a mejorar el dolor, ese gesto se quedó en la cabeza haciéndolo cuando sucedía.

Gracias...

En casi un susurró la voz grave del pálido lo sacó de sus recuerdos pasados y sus orbes claras se ataron con las oscuras del contrario sintiendo una corriente en su cuerpo.

Aquellos ojos tenían tristeza mezclada con pesadez por su color oscuro, se permitió observar un poco más allá de ellos notando que estaban encerrados por unas líneas que formaban la vista de un felino. Las pestañas no eran ni muy largas pero tampoco muy pequeñas, un balance justó; arriba acompañaba unas cejas negras casi tapadas por los cabellos verdes pero de bajo de esos ojos había unas lineas algo gruesas y negras.

Sabia lo que eran, una vez las tuvo al no dormir casi dos días trabajando sin descanso alguno. Unas feas ojeras.

Por las prendas que llevaba dudaba que sea alguien que trabajé como él, tampoco creía que sea alguien de bajos recursos así que seguro era algo de su escuela. Una vez oyó algo así de dos adolescentes, supuso que era eso.

Tenenos que irnos...

Las palabras que salieron de la boca de su amigo, una vez más en el día, lo sacaron de sus pensamientos. Asistió al aire mientras se levantaba del suelo, Hoseok le tendió su bolsa siendo tomada al instante y con su otra mano ayudo a levantar a el pálido.

Adiós, y observa por donde caminas.

Sin mas se fue. Los ojos negros del peliverde siguieron sus pasos hasta que desaparecieron del caminó.

Ya no estaba más.

Aun seguía abrumado ante aquel gestó simple de cuidado pero para él, siendo cadecido de cariño, cuidado, atención, este pequeño acontecimiento fue una maravilla.

Adiós...

En un susurró, sutil y casi inaudible se despidió en el aire. Y se fue también, ignorando todo a su alrededor como a los vehículos y sus conductores insultando su existencia al cruzar las calles sin mirar.

Ignoró la lluvia, ignoró el frío que comenzaba a calar sus huesos, ignoró a sus padres que lo indultaron hasta que no los escucho más al encerrarse en su habitación oscura.

Ignoró la soledad que lo rodeaba mientras se recostaba en la cama sin hacer y observo su mano con aquella curita cubriendo una herida diminuta a comparación de las que estaban en otras partes de su piel blanquecina.

A comparación de su alma.

Y el llanto comenzó a descender pero no era como antes, no. Era un llanto cálido,  generado por aquél muchacho de ojos cielo.

Un ángel de ojos cielo.

No te rindas « YM »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora