La fama oscura de un Dragón. |Drarry/Harco.

12: Guerra.

Créditos del Fanart a quien pertenezca.

Los estruendos de los sonidos en una batalla poderosas explosiones incesantes estallaban en sus cabezas a la lejanía del castillo y lo sabía Draco Malfoy lo sabía el señor oscuro estaba presente tan cerca solo limitado con sus descarriados seguidores por el escudo protector que salvaguardaba el colegio una magia tan antigua que se dignaba a derrotar. En un abrir y cerrar de ojos conducidos por una enigmática Luna Lovegood estaban pasando sus pies en la Torre de Ravenclaw por unos breves segundos el mas alto desvió su gris mirada hacia el azabache que le acompañaba sosteniendo tan fuerte su mano entrelazadas el corazón se le acelero con frenesí.

La misma intensidad con la que Potter le respondió la mirada bajo el fulgor boscoso de sus verdes lo dejó sin aliento a punto de querer rebatir algo ante la molesta sensación de ardor en sus blancas mejillas fue interrumpido por el punzante y lacerante dolor de su antebrazo izquierdo deteniendo su andar encogiéndose con levedad y apretando la zona de la marca tenebrosa sobre la chaqueta estaba siendo llamado.

—¡Draco! ¿Estás bien? — Sumamente preocupado lo sostuvo en sus hombros para que lo mirase de la misma forma Luna detuvo su camino.

—Ya... ya se me pasara es mejor seguir...— Decía tan ahogadamente ignorando las gotas frías de sudor en su sien para enderezarse sin tomarle importancia al dolor que se atenazaba en su piel hasta los huesos jalo a Potter consigo para que la rubia los guiase escaleras abajo.

No fue mucho tiempo cuando ya estaban en una especie de salón abandonado con tantas columnas, mucho mas calmado luchando con su mente Draco pudo divisar como la chica de Ravenclaw se acercaba al fantasma de su casa "La dama Gris" el espectro los miro con duda y desconfianza.

—Ven Harry. — Señaló la ojigris de mirada soñadora y ausente. — Helena te puede ayudar. — Su seguridad era admirable no podía negar que alguien como Lovegood era tan interesante de conocer.

—Solo Harry Potter. — Pidió con algo de rudeza el fantasma despreciando su presencia entonces el joven de cabellos plata entendió soltando la mano del niño que vivió para que fuese.

—Yo estaré con Luna. — Le aseguro conmovido al ser testigo de la confusión en su mirada.

Tanto como Draco y Luna habían abandonado ese salón sentados a la cabeza de las escaleras cuando el silencio reinaba entre los dos jóvenes salvo por los ruidos de la batalla encarnizada siendo interrumpidos sus manos no estaban quietas jugando con la varita de su madre deslizándose entre ellos cuando una presencia de cabellos de fuego se acercó a la otra rubia.

—¡Luna! Te estuve buscando por todos lados creí que...— Y la voz de la tenaz Ginny Weasley se había quebrado a media frase para estrechar entre sus brazos el pequeño cuerpo de una muy roja lunática sonriendo con tanta candidez hacia su ¿novia?

Entonces lo entendió todo de cómo se besaban que solo existiesen ellas dos, con tanta suavidad y pasión tan seguras de que se amaban.

Solo ese hecho lo hizo sentir plenamente incómodo y avergonzado que se tuvo que apartar para darles espacio y sus pensamientos fueron tan automáticos hacia cierto Gryffindor con vena de héroe de órbitas verdes.

—¡Ya sé dónde está! ¡Tenemos que ir! — Y como si lo hubiese llamado con la fuerza de sus deseos el niño dorado había irrumpido en las escaleras dejando a una estupefacta mini calabaza y una divertida lunática cuando tomo de la mano a Draco para salir de la Torre de Ravenclaw a toda prisa.