Tobías me agarra del codo para sostenerme y ambos miramos atónitos lo que hace Claudio. Del chasquido de Claudio, proveniente de sus dedos, el jarrón que se encuentra en la mesa empieza a flotar, se eleva en el aire y se tambalea, la mano derecha de Claudio sube al compás del jarrón y suben y bajan a la par. Estira el brazo izquierdo, abre la palma de la mano y levanta un poco el brazo. Observo que de la mesa de algarrobo se eleva el típico vaso que se usa para tomar whisky ahora vacío, y se acerca lentamente hacia donde estamos nosotros a la vez que el brazo izquierdo se acerca a la misma velocidad que el vaso al torso de Claudio. El jarrón sigue inmóvil en el aire. Tobías me toma de la mano y me aprieta a la vez que me acaricia los nudillos con su pulgar. Me pregunto vagamente si lo hace para tranquilizarme, ya que no sé cómo se ve mi rostro ahora, o lo hace para sostenerse y concentrarse en algo para tranquilizarse él mismo. El vaso llega a la mesa y se apoya en él. El brazo izquierdo de Claudio se relaja e empieza a mover la mano derecha, volteándola un poco, al compás del jarrón. Se detiene y mueve la mano izquierda, haciendo un movimiento que se haría al tomar las flores del jarrón. Las flores salen lentamente del jarrón y goteando agua se colocan en la mesa. Relaja la mano con la que ordenaba a las flores. Vuelve a mover lentamente la mano derecha y el jarrón empieza a dejar caer el agua que contenía en el vaso y lo llena hasta el tope. El jarrón vuelve a colocarse en su posición inicial, y baja lentamente hasta que su base toca la mesa. La mano de Claudio se relaja y dirige su mirada hacia Tobías, y luego a mí, mirando con los ojos entornados, cauteloso.
Esto… está mal. Muy mal.
¿Es a esto a lo que se refería el chico? ¿Es esto lo sobrenatural de nosotros? Esto firma mi muerte. Desde ahora en cualquier momento puede aparecer un agente con su maldita jeringa mágica.
Por eso mataron al chico, porque estaba, podríamos decir, en la “primera etapa”. Los síntomas: mentir, marearse, tener una visión de mierda, etc. Primera etapa: Colores. Malditos. Colores.
Segunda etapa: Para Claudio: levitación. Para el chico: la oscuridad, gracias a los agentes.
¿Qué pasará conmigo? ¿Qué pasará con Tobías? ¿Tendremos lo mismo que Claudio o lo mismo que el chico? ¿Yo también puedo hacer flotar a cualquier cosa que se me ponga en frente? ¿Qué quiere de mí Claudio? ¿Para qué me necesita? ¿Por qué él es el único que puede ser así libremente? ¿Por qué a él no lo cazan? Una parte de mí quiere salir corriendo e irse lejos de aquí, pero otra parte quiere quedarse para que respondan duda alguna que tenga.
Tengo la mirada fija en la mesa. Pasa de la mesa al jarrón, y del jarrón a las flores y viceversa. No me entra en la cabeza que haya podido hacer flotar estas cosas. Después de lo que parece una eternidad, rompo el silencio:
— ¿Lo hiciste con las manos o con la mente? — murmuro mirando fijamente el jarrón. Claudio tuvo que acercarse para escucharme.
— Diría que ambos. Con la cabeza, más que todo. Uso las manos para concentrarme más. —parece sorprendido por mi pregunta.
Sigo mirando el jarrón, inmóvil.
— Julie.
Quiero responderle algo a Tobías, o por lo menos mirarlo a la cara, pero no puedo.
—Mirame, Julie—. Noto la ansiedad en su voz.
Los ojos se me llenan de lágrimas. No, no, no. No quiero llorar aquí. Esto es demasiado.
Noto que quiere entrelazar nuestras manos, pero mis manos están cerradas en puños. No las puedo abrir.
Y sin más, eligo la primera opción que pensé: Salir corriendo.
Doy media vuelta y corro hacia las escaleras lo más rápido posible, bajo y estiro los brazos hacia adelante antes de dar con la puerta doble principal para abrirla. La abro y salgo a exterior. Corro ya con las mejillas mojadas hacia la bicicleta y subo ya pedaleando. Escucho un grito diciendo mi nombre, sospechando que es Tobías. Hago caso omiso y pedaleo más fuerte. Solamente quiero alejarme de todo para pensar… sólo pensar, aclararme la mente. Ya sé a dónde dirigirme, y pedaleo lo más rápido posible para estar allí lo más rápido posible.
ESTÁS LEYENDO
El Error
Bilim KurguJulieta vivía cada día igual al siguiente y al anterior, igual al resto de la sociedad, pero ella era diferente a los demás, y lo sabía, pero ni siquiera se lo comentó a sus más allegados por miedo a no ver la luz solar del siguiente día, hasta que...