Capítulo seis

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  ¡RIIIIIIIING!

Maldito sea el que inventó el irritante pitido del despertador, ¿Es que no podía hacer un sonido que no te haga despertar con el corazón en la boca?

Miro al techo media adormilada. Otro día más. Por lo menos sé que desde ayer mis días empezaron a ser más interesantes. Me levanto y me acerco al baño para así poder higienizarme.

Uf, ahora sí. Mi cuerpo pedía a gritos el agua de la ducha. Me encuentro reflejada en el espejo, cubierta de toallas blancas. Ahora sí puedo verme con total detalle. Mis labios son de un rosado pálido, demasiados carnosos para mi gusto; mis ojos son de un verde profundo, realmente bonitos diría. Mi pelo es de un castaño oscuro brilloso, que ahora cae por mis hombros hasta llegar al pecho. Miro el reloj de atrás y veo que marcan las siete y diez. Me lavo los dientes, me arreglo el pelo, salgo del baño y me acerco a mi armario y elijo una remera de mangas cortas con volados en el escote (no era desubicado el escote, por si te va la duda, es la permitida en Switearld) de color salmón, unos vaqueros de color azul y unas converse negras. Volví a mi habitación, tomé el papeleo de Claudio y tome camino hacia las escaleras.

—     Buenos días, mamá— Mi mamá, en colores es… deslumbrante. La melena color castaño claro le cae en ondas por la espalda, los ojos los tiene de un tono un poco más claro de verde que los míos, la piel parece desde el otro lado de la isla terciopelo. Viste una remera de mangas cortas (Hacen cómo 28°C) del mismo color de sus ojos y una falda de volados blanca.

—     Buenos días, hija. ¿Cómo amaneciste? — Me regala una sonrisa cálida y vuelca en una taza agua caliente—. Toma tu té— coloca la taza en un platillo y lo apoya en la isla.

—     Muy bien, por suerte—. Me siento en la baqueta y le doy un sorbo al té—. Mmm… está buenísimo esto. Gracias. —Le sonrío con cariño—. Ah, mamá, me olvidé de mencionarte algo…— Me mira curiosa. Prosigo—. Me anoté en unas tutorías de entrenamiento policial en las horas del instituto. O sea, en vez de ir al instituto, voy a ir a la casa de un amigo a tomarlas.

Me mira inquisitivamente. Le cambia la expresión. Uf, viene el bombardeo

—     ¿Qué amigo? ¿Cuándo decidiste eso? ¿Ese amigo es…

—      ¡NO! Mamá, no empieces a hacerme un interrogatorio. —La interrumpo,  sé la estupidez que iba a decir—. Conocí a un hombre que da tutorías para policial, y me pareció que si voy a elegir eso, sería lo mejor.

—      Hija, ¿En serio querés ser policía?

Sé dónde quiere llegar, otra vez.

—     Sé qué quiero hacer. Por favor, no me des sermones.

—     Ay, hija…—Se le quiebra la voz—. Ya sabes que no quiero que te pase nada. No quiero que te vayas y después vuelvas fría cóm…

La interrumpo negándole con la cabeza y le hago un gesto con las manos diciéndole que pare.

—     Mamá, no hablemos de eso. Papá…— Trago saliva, con los ojos vidriosos. Me tomo un segundo para recuperarme y no quebrantar la voz—. Era un gran policía, y por eso se fue fuera del barrio. Era el más avanzado de la categoría, debes sentirte orgullosa.

—     Y lo estoy, pero no quiero perderte cómo pasó con él, no de la misma forma. No lo soportaría.

—     Ya lo sé, pero no voy a ser cómo papá. Él tuvo una gran trayectoria para llegar a eso, yo no creo que llegue.

—     No lo sé, Julie. Es preocupante.

—     No te preocupes. — Le doy el último sorbo al té y me levanto—. Nos vemos, mamá. —Me acerco y le doy un beso en la mejilla. Me mira con cariño y me doy vuelta para irme.

El ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora