4. Vieja Melissa

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Capítulo 4

Luca

Quedo recostado por la moto con los brazos cruzados, esperando a que Emily salga y se quede con el puesto de mesera, ya me la imagino.

Ella se lo merece y estoy seguro de que le echara muchas ganas.

Pasaron mínimo 20 minutos y veo a Emily salir, lleva una cara que me hace pensar que no la agarraron.

– ¿Yyyy? – pregunto al ver su expresión neutra.

– Empiezo mañana – exclama cambiando completamente su expresión dando saltitos a causa de la emoción. Se lanza a mis brazos dándome un fuerte abrazo, yo hago lo mismo, porque siendo sinceros, Emily ha sido la causa de mis desvelos y estar cerca de ella, como ahora, hace que me sienta menos desconcertado.

– Felicidades, confío en que te ira muy bien – hablo dándole confianza, cosa que no le falta, pero nunca está de más recordarlo.

– Pondré todo de mi parte – afirma con una gran sonrisa.

– Entonces ¿Me debes un café? – pregunto pasándole el casco nuevamente.

– Claro, de mi primer sueldo te lo pago – habla colocándose el casco hasta olvidó que sentía miedo al subirse en la moto.

Ya no se aferra tanto a mi como cuando se subió recién, creo que ya ha cesado el miedo.

Estaciono en frente de su casa y ella me lo agradece y a la vez me da un beso de las mejillas.

– Oye – digo antes de que entrara, ella se voltea con una sonrisa esperando a que continúe.

– Puedo pasar por ti, mañana, si quieres claro – hablo dudoso.

– Está bien, gracias de nuevo – es lo último que dice antes de entrar.

Quedo unos segundos sonriendo como un bobo, nuestra relación es tan buena que tengo miedo de que se arruine si trato de tener algo con ella, además no creo que pase nada.

Me pongo el casco y me dirijo a casa, la sonrisa que llevo no me lo quita nadie.

Al llegar, estaciono la moto y voy junto a Meli, la Señora que contraté para que se quedara en casa, cuando llegó sólo necesitaba un lugar dónde descansar, le ofrecí mi casa y ella se ofreció ayudarme ya que siempre he vivido sólo. Ese día llegamos a un acuerdo, Meli recibiría un pago mensual y también viviría aquí, hasta hoy día nos llevamos muy bien es como una madreabuela para mí.

– ¿Y esa sonrisa? ¿Qué te puso de buen humor hoy? – cuestiona Meli desde la cocina.

– ¿Cómo estas hoy Meli? – pregunto sacando un refresco del refrigerador ignorando su pregunta anterior.

– Muy bien Lucky – responde con ese apodo que me lo puso desde que llegó aquí, hace como 5 años más o menos.

– Hoy te ves más joven que ayer eh – digo buscado la llave del local en donde soy encargado de abrir las puertas en el horario de la tarde.

– Y tu más desordenado que ayer – responde al ver que no encuentro las llaves. – Están allá – dice señalando un estante de madera.

– ¿No le vas a contar a esta vieja que paso hoy? – indaga saliendo atrás de mí.

– Te lo voy a contar cuando vuelva – digo para luego salir, ella queda parada en la puerta.

– Mas te vale que me lo cuentes y ve con cuidado Lucky, esa motocicleta es muy peligrosa- dice mirándome angustiada.

– Iré con cuidado, no te preocupes demasiado – aviso al subir en la moto. – Tú también te me cuidas Meli – termino diciendo, poniéndome el casco, ella asiente con la cabeza y vuelve a entrar.

Arranco y me dirijo al local que queda cerca de aquí, en unos minutos llego estaciono la moto y voy a abrir las puertas, trabajo aquí hace 1 año y me viene muy bien, alguien debe encargarse de la casa que dejaron mis padres al morir.

Meli es una gran ayuda para mí, no quiero ni imaginar mi vida sin ella, es una bendición tenerla.

Oculta Verdad ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora