39. ¿Almuerzo familiar?

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Capítulo 39

Sandy

No sé porque ahora finge preocupación si antes ni siquiera se despedía al salir, pero que puedo hacer, es mi madre. Los momentos que debimos haber compartido juntas, ella las uso cuidando su imagen para los negocios de mi padre.

Como si fuera que mi padre la toma en cuenta. No estoy siendo dura, es la verdad.

Esta vida es muy buena y no me quejo de eso, porque no me falta absolutamente nada y aunque me la pase de shopping en shopping, siento un gran vacío que no lo puedo llenar con dinero.

– ¿A dónde vamos? – indago sin mirar a mi madre.

– Comeremos con tu padre – exclama mirando su reflejo en el espejo retrovisor.

– ¿Y quienes más? – cuestiono porque cada vez que comemos juntos es para que cierren un buen negocio.

– No voy a soportar ese comportamiento – avisa mirándome por un momento. – Estas personas son muy importantes para tu padre – exclama confirmando mi suposición.

– Así que, compórtate como la señorita que eres y pon tu mejor cara – habla regalándome una sonrisa fingida.

De ti aprendí a fingir muy bien Señora Kemy.

Estaciona el auto y antes de bajar vuelve a retocar su maquillaje por cuarta vez.

Bajo y me adentro al establecimiento pasando mi tarjeta de socios.

¿De qué me sirve mostrar a la sociedad que tengo una familia tan perfecta? Si cuando estamos a solas no somos ni el 1% de lo que aparentamos ser.

– Adelante Señorita Peterson, que disfrute del día – exclama la recepcionista con la típica sonrisa que deben poner a cada persona que llega.

– Gracias – hablo fingiendo una media sonrisa como siempre lo hago.

Poniendo en práctica tus enseñanzas Madre.

Veo a mi padre dándole un sorbo a la copa de vino, nos acercamos a la mesa y él se para de inmediato.

– Bienvenidas – espeta estirando una silla para que mi madre se siente. Muy caballeroso cuando hay intereses que cuidar.

– Podrías haberte arreglado un poco más ¿No? – cuestiona mi padre besando mi frente.

– Iré al baño – hablo ignorando lo que acaba de decir.

– Esta bien, es la edad – escucho decir a mi madre.

Ja

¡La edad!

Entro mirándome al espejo y ni siquiera me veo mal, mi maquillaje está intacto.

Sólo me pondré un poco más de labial.

¿Qué tal un rojo?

Resalta mi tono de piel.

Salgo revisando el móvil dirigiéndome a la mesa donde se encuentran mis padres.

Mejor guardo el celular antes de que...

¡Auch!

– ¿Por qué no te fijas? – exclamo mirando al chico que hizo volar mi móvil.

– Oh disculp... – habla, pero lo interrumpo de inmediato.

– Olvídalo – espeto sacándole el celular que había recogido del suelo.

– ¿Todo bien? – indaga mi madre al verme volver, asiento con la cabeza.

¿Podemos comer ya?

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