Capitulo 8

3 1 0
                                    

Hola a todos! espero que estén muy bien! se que hace mucho tiempo no actualizo, estuve muy ocupada y estresada con la cursada virtual de la universidad, ahora que por fin tengo vacaciones, espero dedicarme por completo a la historia!
A continuación, el capitulo 8!



Lo primero que oí fueron gritos, gritos de personas y gritos de seres que no quería ni imaginar. Sentía el movimiento a mí alrededor incluso estando dormida, me sentía consciente de lo que sucedía, pero al mismo tiempo no podía despertar de mi somnolencia.

Lo segundo que oí y que fui más consciente fueron los gritos de los chicos, despertándose y tratando de escapar de la tienda, nuestra tienda donde habíamos pasado las últimas noches juntos, ahora estaba en llamas y nosotros aun estábamos dentro. Rápidamente me levante y jalé a Smuth hacia mí, con una velocidad increíble tomamos nuestras cosas, y los cuatro salimos de la tienda.

Yo había ido a la iglesia cuando era pequeña, cuando nos enseñaban que creer en Dios y en su religión significaba ser parte de la sociedad, mis compañeros de escuela y yo tuvimos que tomar clases de religión, mis hermanos también, no conocía a nadie que no lo hubiera hecho, e incluso con todas esas clases de religión, nunca había pensado lo que se sentiría vivir en el infierno, o en el apocalipsis. Y quizá este no era Él apocalipsis, pero en ese momento no pude imaginar otra visión de un acto tan atroz como el que describía la Biblia, fuego por todos lados, la comunidad del campamento huyendo de sombras, de cosas que no podíamos ver, y de cosas que sí podíamos ver pero que deseaba no haberlo hecho.

Kai dio una orden, era claro que ya habían vivido una situación así, y no necesitaban a alguien como yo que se pusiera histérica o que comenzara a llorar, necesitaban a una compañera, a una amiga. Reprimiendo todas las emociones me dispuse a seguir a Smuth. Sin preguntar y únicamente haciendo lo que Smuth me pedía, nos dirigimos a la gran tienda donde guardaban cosas, ahí Smuth me hizo tomar objetos como espadas y cuchillos pequeños, cosas antiguas y muy oxidadas, pero que nos sirvieran para defendernos.

Estando dentro, una flecha con fuego atravesó la tela que nos cubría y la tienda comenzó a arder exactamente como la nuestra había hecho unos minutos antes.

En cuanto salimos, vimos a una especie de humanos, con unos pantalones oscuros y su piel de color morado, con una sonrisa brillante pero escalofriante que se extendía aún más por dos cicatrices a los lados de los labios. Sus ojos, aun más oscuros, y sus orejas arrugadas y deformadas. Otra gran cicatriz, esta vez una quemadura, bajaba desde su cuello hasta su pecho y ahí desaparecía; Con una mano en un arco y frente a él un pequeño gnomo, de miel verde y con ojos negros, incluso viéndose peor que la criatura anterior, se encargaba de prender las flechas que caían sobre las tiendas.

Smuth y yo nos miramos, y nos tomó menos de un segundo entender que no había nada más que hacer, excepto correr por nuestras vidas. Pero un grito me detuvo, era Jaeda, la anciana gruñona, corriendo hacia nosotros hecha una furia. Lo único que se podía escuchar de su parte eran las palabras "ES TU CULPA".

Smuth también se dio cuenta de cómo se acercaba Jaeda, tomo mí brazo y tiró de mí hasta que comencé a correr a su ritmo. Atravesamos el campamento en dirección contraria del rio, mi única opción era seguir a Smuth ya que esta parte del campamento y del bosque no la conocía aún.

Corrimos lo más rápido que pudimos, llevando nuestros objetos personales y los cuchillos que sacamos de la tienda, creímos por un momento estar a salvo, ya habían pasado más de quince minutos desde que abandonamos el campamento, recuperamos el aire y volvimos a caminar, escabulléndonos entre las sombras de los árboles y los arbustos.

KEELAN [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora