Capítulo tres

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Después de haber dormido en la misma cama, la pareja se encontraba caminando por las calles desoladas con las manos juntas, bajo el frío de la mañana, ambas con un café en mano, tuvo éxito el nuevo local y encima madrugador.

Debido a que era bastante temprano, la luz escaseaba, el amanecer apenas estaba asomándose, podían ver gracias a la iluminación de los faroles en la vereda.

Las dos tenían frío, se podía notar en su forma lenta y rígida de moverse, la bebida caliente ayudaba, pero aún así.

—Por favor Sana, aprendé a conducir.

—¿Y qué me uses de chófer? Ni lo pienses.

La mayor no era tonta, aprender a manejar tenía sus beneficios como sus desventajas, las cuales eran más que su buena voluntad por aprender.

—Pero... — Dahyun quería refutar pero le daba vergüenza decir su argumento.

—Podrías aprender tú, y me sacas a pasear.

—Mmm

No podía contestar, y quería evitar el tema a toda costa, le había salido el tiro por la culata, así que disimuladamente comenzó a mirar en dirección contraria a la de su novia, pero que la japonesa no pasó desapercibido, acercándose más a Dahyun.

—¿Pero qué? — volvió a insistir.

—Nada.

—Dahyun, dime.

—No.

—Dale.

—No, no quiero.

—Soy tu novia, deberías contarme todo, ¿Por qué no quieres aprender?

Dahyun sabía, que si algo era difícil en esta tierra, parecía fácil al lado de tener que lidiar con su novia cuando la dejaba con la intriga, era meterse en terreno peligroso.

—Porque no unnie, olvídalo.

Mala idea decir esas palabras.

—Kim Dahyun. — dijo en un tono seco, clavando los pies en su lugar y por ende haciendo frenar a la más chica.

—N-no.

Sana y Dahyun sabían, que la mayor no se iba a mover hasta escuchar la respuesta a su pregunta. Por lo que a la coreana no le quedó de otra que contestar.

—Es que... No llego a los pedales. — murmuró.

—¿Qué? No te oí. — obviamente no pudo escucharla.

Dahyun se aclaró la garganta para volver a repetirlo. —Que... Que no llego a los pedales.

No oyó respuesta de Sana, y por su cara ya sabía lo que se vendría.

La mayor explotó en una carcajada.

—JAJAJAJA, ¿Eso es lo que te preocupa?

—No te rías, me da vergüenza.

—Pero, bebé, los asientos se pueden ajustar y el volante también.

Ese detalle Dahyun no lo sabía, su conocimiento en autos era nulo, totalmente.

—¿Ves? No tenía ni idea, por eso deberías aprender tú a manejar.

—Buen intento, duende, veremos.

Luego de esta breve discusión, retomaron el camino hacia la universidad. Llegando casi a la brevedad, o eso creían, el tiempo se pasa volando con la persona que amas.

Ya en la entrada, ambas se despidieron, para cada una ir hacia su respectivo salón, acordando almorzar las dos juntas al mediodía en la cafetería.

Third wheel || SaidahmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora