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— ¿TIENES HAMBRE? —preguntó Fénix al ver como su mejor amiga casi ni masticaba la comida.
— No, ¿Por qué? —preguntó levantando la cabeza del plato.
Malfoy tomó una servilleta y se la tiró en la cara— Porque pareces Ronnie comiendo como un animal.
Lo cierto era que Marlene estaba apurada. Debía comer rápido si quería llegar a dejarle algo al adorable perro que había encontrado y, luego, poder llegar a Transformaciones sin tener que soportar un regaño por parte de Minnie.
— Tengo algo que hacer —contestó mientras llenaba un plano con pedazos de pollo que nadie había tocado.
Fénix la miró intrigado— ¿Que es tan importante para que tengas que comer como una desaforada?
Adhara lo meditó unos segundos— ¿Tienes alguna asignatura importante ahora?
— Adivinación —respondió confundido.
— Genial.
Terminó de completar el plato y tomó la mano de Fénix para salir apresurados del Gran Comedor. A medida que avanzaban, Nix trataba de averiguar que era lo que su amiga quería mostrarle, pero nada venía a su cabeza.
Llegaron al patio y Adhara comenzó a llamar al perro— Vamos chico, te dije que te quedaras aquí.
De entre los árboles, se asomó el mismo perro negro. Marlene se acercó para acariciarle la cabeza y las orejas.
— ¿Adoptaste un perro? —preguntó riendo Fénix.
— No seas estúpido, la tía Andrómeda me mataría si llevó un perro a casa —se giró para mirar al perro otra vez—. Este es Fénix Malfoy, mi mejor amigo.
Inevitablemente, al escuchar el apellido, el animal comenzó a gruñir y alejarse lentamente.
— ¿Enserio? Hasta los perros me odian.
— Tranquilo bonito, Fénix está de nuestro lado, no como el idiota de su hermano —dijo resaltando lo último.
Luego de explicarle al animal que Nix era la oveja blanca de su familia, se sentaron en el césped. Mientras "Sirio" (como lo habían apodado Marlene y Fénix, siguiendo la tradición de su familia) comía, los otros dos se recostaron para hablar y pelear por quien había conseguido más puntos para sus casas.
