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Amelie sabía que debía de estar buscando la forma de llevar a Julie and the Phantoms al Orpheum o al menos darle una mano a sus amigos con el tema, pero lo cierto era que se encontraba exhausta y no quería hacer absolutamente más nada que tirarse en el suelo del cobertizo de Julie y esperar a que se le terminara el tiempo.

Le atribuía su falta de energía y sus pocas ganas de hacer algo al hecho de que se había pasado un día entero cantando en un club contra su propia voluntad, aunque muy en el fondo supiera que la verdadera razón por la cual carecía de motivación era el simple hecho de que no quería irse. Apenas tenía dieciocho años, al menos dieciocho vividos; todavía había mucho que quería hacer, lugares que quería ver y sensaciones que ansiaba experimentar. Seguro era un fantasma, estaba muerta, y sus opciones eran limitadas, pero todavía tenía oportunidad de vivir, ¿por qué apurarse?

Quería quedarse con Julie y conocerla mejor, la sentía como una hermana pequeña a quien tenía mucho por enseñarle. Quería estar con ella cuando tuviera su primer novio y amenazarlo en cada cita profesando que lo perseguiría por el resto de sus días si llegaba a lastimarla, deseaba poder acompañarla a la graduación y derramar alguna que otra lágrima mientras gritaba cuan orgullosa estaba de ella. Y luego, dentro de un par de años, quería estar de pie a su lado mientras recibía su primer Grammy de muchos.

También quería quedarse junto a Luke para siempre en el estado en el que se encontraban en ese momento, viviendo sin planes a futuro, componiendo y cantando a altas horas de la madrugada en lugares a los que no debían de tener acceso, besarse en cada esquina o tirarse en el techo de la casa de Julie a mirar las estrellas la noche entera.

Quería poder seguir siendo la guitarrista rítmica, compositora y ocasionalmente voz principal de Julie and the Phantoms, estar en dicha banda de por vida y ver como cautivaban a un nuevo público tan similar y a la vez distinto del público que habían conseguido con Sunset Curve.

Pero no podía tener nada de lo que deseaba, y por más que se escondiera en un cobertizo y escribiera canciones para escapar de sus problemas y olvidar que ni siquiera era corpórea, lo cierto era que lo sabía. Lo sabía tanto como sabía que el cielo era celeste y el sol brillaba. Creer que podía ser normal por un momento era solo una forma de evitar angustiarse el día entero.

Oyó que alguien subía por las escaleras y no tuvo que ser muy inteligente para saber que se trataba de Julie. La morena se sentó a su lado y observó el cuaderno en el que Amelie escribía.

—Los chicos me contaron lo que sucedió ayer —dijo Julie mirándola apenada—. Lo lamento.

—Es mi culpa, tendría que haber sabido mejor que meterme en la boca del lobo.

—Ames, nada de esto es tu culpa, es culpa de ese tal Caleb y su obsesión con ustedes.

—Si tú dices... —murmuró Amelie y volvió a mirar el cuaderno en sus manos. Pasó varias paginas y un montón de fotos atadas con un clip cayeron al suelo.

Julie las levantó y sonrió al ver la primera, Amelie sintió un horrible dolor en el pecho parecido a un corazón rompiéndose. Si tuviera un corazón.

—¿Él es Trevor? —preguntó su amiga señalando al chico más alto del grupo fotografiado.

—Bobby, si. Éramos muy unidos.

—¿Y ella?

—Camille —explicó Amelie—. Era mi mejor amiga, nos peleamos poco después de eso, dos meses antes de tocar en el Orpheum. Es raro pues no había pensado en ella hasta ahora.

—Deberías buscarla.

—No lo sé, probablemente nunca la encuentre.

—Se un poco más positiva, Ames.

 ✓ SECOND CHANCES ━ julie and the phantoms auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora