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Aparentemente Julie los había dejado quedarse. Amelie no había preguntado cuando, cómo o por qué, simplemente había aceptado que la dueña de casa había entrado en razón y había aprovechado que los fantasmas no dormían por la noche para dar una vuelta por la ciudad y ver qué tanto Los Ángeles había cambiado en los últimos veinticinco años.

El primer lugar que visitó fue su antigua casa, encontrándose con que había sido demolida y ahora se alzaba un Denny's lleno de gente cenando, la mayoría de ellos turistas. Luego fue hasta su pizzería favorita, aquella donde la banda había comido incontables veces y donde habían escrito sus mejores canciones. Estaba allí, tal y como la recordaba, llamándola a que entrara y probase una vez más aquella delicia con pepperoni. Pero no podía comer, no contaba con un estómago corpóreo al que llenar.

Antes de seguir torturandose con el apetitoso aroma a una pizza recién hecha, hizo uso de sus increíbles habilidades de fantasma y se teletransportó frente al Orpheum, donde una banda llamada Cushion of Sound tenía la suerte de tocar esa noche y todavía con el teatro lleno. Amelie los envidió muchísimo.

—¿Ames?

La voz de Luke hizo que Amelie levantara la vista hacia el cartel luminoso del teatro, donde tres fantasmas estaban sentados disfrutando de la hermosa vista.

—¿También salieron a ver todo lo que nos perdimos?

—Algo así. Es increíble pensar que íbamos a tocar aquí y que todo se arruinó en cuestión de segundos.

—Ni que lo digas —murmuró Amelie. En un abrir y cerrar de ojos los tres chicos aparecieron de pie en el suelo frente a ella—. Esto me pasa por hacerles caso y comer comida de dudosa procedencia.

—No trates de culparnos esto a nosotros.

—No lo hago, Luke, por primera vez en mi vida no los culpo de mis errores.

—¿Qué estabas haciendo? —preguntó Alex tratando de desviar la conversación y evitar una posible discusión—. Te fuiste por un buen tiempo.

—Fui a casa, resulta que ya nadie vive allí y ahora es una cadena de comida rápida. Vi un poco del barrio, fui a nuestra pizzería...

—¡La pizzeria de Alfredo! —se quejó Reggie casi que llorando—. No puedo creer que no podamos comer más allí.

—No puedo creer que siga abierto —dijo Luke—. Éramos sus únicos clientes.

—Quizás el que sus clientes frecuentes hayan muerto le dieron fama —propuso Amelie y los chicos rieron. Luego levantó la vista para ver el cartel sobre su cabeza—. Todos los favores que tuvimos que pedir para llegar aquí y henos ahora, muertos antes de poder tocar.

—Si que fue un desperdicio de favores.

—Todavía no se de donde los sacaron y honestamente no se si quiero saberlo —dijo Reggie.

—Lo bien qué haces.

—Chicos, un poco más de alegria —pidió Luke abriendo sus brazos y señalando a su alrededor. Parecía un niño en navidad, Amelie adoraba verlo así de emocionado, era simplemente adorable—. La gente puede oírnos tocar una vez más, aprovechemos esta segunda oportunidad que tenemos. Vayamos a clubes, veamos en cuantos podemos tocar antes del amanecer. Hagamos lo que más amamos, saquemos provecho de estar muertos.

—¿Sabes qué? ¿Por qué no? Hagámoslo —aceptó Amelie.

Alex y Reggie abrazaron a sus amigos por los hombros a modo de respuesta y los cuatro atravesaron Los Ángeles de punta a punta saltando de un club a otro, tocando en el escenario a pesar de que nadie podía verlos, disfrutando de la sensación de estar vivos que les provocaba volver a compartir su música con el mundo.

 ✓ SECOND CHANCES ━ julie and the phantoms auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora