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¿Tengo miedo?

Por supuesto, este sentimiento recorre cada centímetro de mi piel, se impregna en ella y disfruta la tortura que causa en mí, no tengo ni la menor idea de lo que existe después de la muerte; por supuesto que la he visto, destruyendo cada segundo que la anuncia, pero es diferente cuando tú eres la persona elegida para tal destino y más cuando esta te anhela.

¿Acaso existe alguna manera de escapar?

Podría conseguir un traje y vagar por el espacio, sin embargo eso también significaría una muerte segura, o podría infiltrarme y permanecer escondida hasta ser encontrada por los fieles devotos de la seguridad del Arca, la única diferencia sería unos días más de vida.

Pensé que me faltaban algunos meses para cumplir mi décimo octavo cumpleaños, por lo visto en eso también estaba equivocada.

- Debemos apurarnos. - Dice uno de los guardias. Mi deceso no debe de demorar más de unos cinco minutos o incluso menos, no creo que alguien diga unas palabras. Bueno, nadie más que el Canciller sentenciándome, porque es más que obvio que el juicio no saldrá a mi favor. Nunca perdonan. - Nos faltan unos delincuentes más. - ¿Con cuántos delincuentes comparto mi cumpleaños? Volteamos en uno de los pasillos, que resultó ser más gris de lo que recordaba.

Tengo que intentar mover con mi hombro algunos mechones, que me impiden ver completamente el panorama, al cabo de unos segundos logro acomodar torpemente algunos.

Me acerco al barandal, para mi sorpresa los guardias no me detienen.

Este día va a ser recordado como aquel en el que alrededor de 50 delincuentes, porque esos son los que logro ver, fueron sentenciados a muerte. Volteo preocupada buscando alguna explicación, pero sólo veo a Clarke inconsciente en brazos de su madre.

Abigail me mira unos segundos para después ordenar a los guardias llevarnos a la nave.

Puedo sentir los dedos del guardia clavándose en mi piel hasta tocar los huesos, aquellos que con el pasar de los meses se empezaron a notar más y más. No recuerdo claramente mi reflejo y sé que si pudiera verme, no me reconocería. Sus manos tocan por un breve instante las mías, solo con su tacto puedo saber que las tengo más frías de lo normal, bueno, a lo acostumbrado en estos últimos días.

¿Piensan hacer una matanza?

No despego mis ojos del piso hasta sentir que me obligan a sentarme. - Prisionera 318 no debe desabrochar su cinturón hasta llegar a su destino. - Ordena un guardia bajando su mirada hasta chocar con la mía. - Sólo pude conseguir esto, espero que te sea de ayuda. - Sus ojos azules viajan a mi jeans, veo como busca esconder algo envuelto en una tela oscura.

Tal vez sea porque se me había prohibido la salida a áreas comunes o haber permanecido en la oscuridad durante semanas, pero no podía asimilar con claridad a quien se encontraba al frente mío. Lo único con lo que lo reconozco es su voz.

Entrecierro mis ojos para poder observarlo.

Se ve mayor y cansado, para solo tener 21. La última vez que nos vimos fue hace al menos dos años.

Sin embargo momentos inolvidable se asoman sin permiso, como aquella vez que compartimos un pedazo de chocolate que él había encontrado en una de las cajas que su padre había confiscado a unos adolescentes.

- ¿Qué está pasando? - Levanto levemente mi pierna derecha para que Matthew la oculte entre el asiento y mi muslo. - ¿Qué es todo esto? - Él no debería estar aquí.

- Me enteré hace unos días. - Por lo visto nadie presta atención a nuestra conversación, los otros guardias se encargan de dejar a la mayor cantidad de delincuentes en sus respectivos lugares. - Isa, no confíes en nadie. No intentes salvar a otros, preocúpate por ti. - Puedo sentir su respiración en mi rostro, su dedos tocan con delicadeza un mechón de mi cabello. - No importa nadie más que tú. Nosotros bajaremos después. - Dice con seguridad.

Empty Space - Bellamy (The 100) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora