Redención

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Toma mi mano, ¿Quién mas va a entender mejor que yo?

Así que toma mi mano y llévame a tus horas más oscuras.

Traje conmigo una rosa, la dejaremos en esas memorias que te atormentan y les haremos un funeral.

¿Por qué ocultas tu rostro de mi?

No hay herida más profunda que la que nos hacemos a nosotros mismos. Y si es herida lo que me vas a provocar entonces herida será mi cuerpo.

¿Por qué ocultas tus lágrimas de mi?

Sé lo que es el dolor que guardas a los ojos ajenos, pero mis ojos no son extraños. No hay nada de lo que vayas a confesarme que me haga retroceder lejos de ti.

Toma mi mano, apriétala fuerte. Deja que sea yo quién te levante de nuevo. ¿Qué no haría yo por ti?

Ellos no querrán vernos, no querrán saber de esto. Pero si debo sonreír por el castigo lo haré de la misma manera en la que probé el pecado.

¿Qué no haría yo por ti?

Si eres arte y universo.

Te secaré esas lágrimas, las regresaré a su lugar y tomaré tu rostro donde esa mirada guarda tantos secretos, de sueños y vigilias, de sospechas y misterios.

Déjame coser una última vez todas tus cicatrices, déjame curarte una vez más el corazón.

No te preocupes esta vez, me amo a mi misma... me amó tanto que puedo decírtelo primero sin despedidas.

Te quiero tanto que no tengo miedo a perderme a mi misma en este vasto y amplio mar llamado corazón.

Sé que no voy a perderme en esta ocasión, he aprendido que no importa si te vas, me quedo yo y con eso basta, me basto a mi misma.

Así que no te preocupes por mi, se muy bien que te marcharás, que serás el puñal que me arranque el corazón, la herida que nunca deja de sangrar.

Así que ven conmigo, ¿No es eso lo único que sé hacer bien?

¿Por qué ocultas tus cicatrices? Te quiero igual con todas ellas, estrellas fugaces de constelaciones perdidas, todas y cada una de ellas que me guían al mapa que es tu alma, aquel que fuiste y serás algún día.

Tú, mañana de mi eterno ayer, deja que todo lo que llevas dentro salga, no te lo guardes para ti mismo, déjame compartir ese dolor y rabia que guardas en secreto, déjame ser quien abra ese corazón.

Y estemos así, en este momento, tomados de la mano. Puedes estar aquí todo el tiempo que quieras, te dejaré tomar tu redención.

Y en silencio, cuando estes mejor, sólo déjame un beso y déjame aquí de nuevo.

En este rincón de cuento, de verso. Dónde el tiempo no es tiempo y de eso, que no quiere morir.

De lo que corre por mis venasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora