Abrí los ojos y estaba en un lugar oscuro, pero no oscuro como la cueva, era sombrío, tenebroso, y el aire olía a azufre, la espada aún estaba en mí mano pero ya no estaba en llamas.
-Hola Maxwell. –Dijo una voz grave y siniestra.
Me voltee hacia atrás y vi a un hombre de cabello rubio y peinado, piel clara, rasgos finos y los iris color dorado, vestía un traje negro con camisa blanca y corbata negra y en su mano derecha sostenía un martini, podía decirse que era un hombre completamente normal de no ser por un detalle, de su espalda salían un par de alas cubiertas de plumas negras, todo esto sólo me llevaba a una pregunta obligada.
-¿Quién eres tú? –le pregunté.
-Mi nombre es Lucifer sé que alguna vez escuchaste de mí. –Respondió
-¿Lucifer?, ¿Qué hago aquí? –Pregunté confundido.
-Hace 700 años el demonio más malvado y destructivo que haya existido creaba caos y estragos en la tierra, su nombre era Abadón el creaba plagas, bestias, y todo lo que ocasionara destrucción pero llegó un momento en el que salió de mi control ordené a mi subordinado en la tierra Mefistófeles crear un arma donde quedara cautivo hasta el momento exacto en el que un humano lo liberaría y tomaría el cuerpo de este, permitiéndole liberar su ejército demoniaco para el juicio final y tú, tú lo harás posible.
-¿A qué te refieres? –le pregunté
-Al encerrar a Abadón Mefisto escondió la espada hasta que algún mortal la liberara de la roca y ahora tú comandarás el ejército del Armagedón.
-¿Qué? Eso no pasará, yo no lo haré. –Respondí agresivo.
-Oh Max, Max, Max… tú no tienes elección…
En ese momento golpeó el suelo con su bastón y la espada volvió a prenderse pero esta vez sus llamas se expandieron por todo mi cuerpo y las sentía, sentía como quemaban mi piel y comencé a gritar desesperadamente sin embargo las llamas no me dañaban, mi piel no se alteró pero mi cuerpo cambió de otra manera mientras Lucifer me miraba y recitaba:
“La espada de Mefisto has liberado
Y con esto tú te has condenado,
Tú la espada has de blandir
Para el ejército de Abadón revivir,
Tu vida entera abandonaras
Pero tranquilo que todo olvidaras,
Te convertirás en autor del Armagedón
Y no podrás evitar la destrucción.”
Mientras el pronunciaba estas palabras yo experimenté una dolorosa transformación: mis uñas se convirtieron en afiladas garras como salidas de mis huesos, en mi boca mis caninos se alargaron y se hicieron más agudos, de mi cráneo salieron un par de cuernos no muy grandes que atravesaron mi frente, una cola roja con punta de flecha salió de mi espalda baja y al final dos enormes alas de demonio surgieron de mi espalda, el proceso fue extremadamente doloroso, al finalizar pude mirar mi reflejo, mis parpados se oscurecieron y mi ojos se volvieron rojos.
-¿Qué hiciste? –grité furioso.
-Oh Max no fue algo que yo hice… sino algo que tú mismo hiciste. –Respondió mientras sonreía para terminar soltando una siniestra carcajada.
Yo solo cerré los ojos y grité con fuerza al mismo tiempo que dejaba caer la espada al piso.
Abrí los ojos y estaba de nuevo en la cueva, acostado en el piso con la espada a un lado mío, al verla me levanté rápidamente y me quedé mirándola un momento, pensando que todo había sido un sueño y que yo me había desmayado así que me levanté, en ese momento volví a escuchar la risa de Lucifer así que corrí hacia la salida de la cueva mientras seguía escuchando esa risa que emanaba de la espada, pudo ser tan sólo un minuto el que me tomó salir de la cueva pero lo sentí como una eternidad, una vez afuera la risa cesó y yo fui a buscar a los demás dejando la espada tirada dentro de la cueva pensando que nunca la volvería a ver.
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Crónicas de un Demonio
FantasyDe todas las criaturas y espectros que existen en las diferentes dimensiones del multiverso las más letales, poderosas, respetadas y temidas son los demonios, seres con una influencia inimaginable en el mundo de los hombres, la Tierra y que han sido...