Cap IX: Conspirando contra el mal

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Pasé unas dos horas con Lucy, ella me preguntó sobre el viaje y cómo había estado todo, le conté casi lo mismo que a Jenny, después la dejé en su casa, nunca tuve que lidiar con sus padres, ellos normalmente no estaban en casa, incluso había veces que pasaba tiempo ahí cuando no quería llegar temprano a la mía, pero esa vez no… esa vez tenía mucho que pensar, así que sólo la dejé en su puerta y me despedí de ella.

Pronto llegué a casa, entré y sin decir nada fui directo a mi cuarto, donde me encontré de nuevo frente al espejo.

-¿Qué pasa Max? Te ves algo alterado. –Me dijo en tono de burla.

-¿Qué fue todo eso durante el día? –Pregunté molesto.

-Fue tan sólo una microscópica muestra de nuestro poder Max, pero somos capaces de mucho más y sin necesidad de usar la espada, ¿no lo ves? Ya no somos mortales comunes, ahora nada en este mundo puede dañarnos y nuestros poderes están más allá de este planeta…

-Sí, poderes que Lucifer usará contra este mundo para acabar con la vida en él. –Interrumpí. – ¿Cómo puedes someterte así ante él?

-¿Someterme? –Sonrió. –Esto es sólo el comienzo, no estoy de acuerdo del todo con Lucifer…

-¿Qué? ¿A qué te refieres? –Pregunté intrigado.

-Lucifer quiere acabar con todo en un apocalipsis, yo no… yo quiero hacerlo de manera más lenta, quiero conocer mejor a este mundo viéndolo quemarse lentamente…

-Pero Lucifer no te dejará hacer eso y yo tampoco…

-No te conviene que nos enemistemos, necesito de ti para derrocar a Lucifer…

-Y yo ¿por qué te ayudaría?

-Para que él sepa que no puede contra nosotros, que no estamos a su merced, que él no controla nuestra voluntad.

-Y ¿qué te hace pensar que podemos vencerlo?

-¿No oíste a Mefistófeles? Los poderes de Abadón eran temidos por Lucifer, y nosotros los tenemos todos en  la espada…

-Es cierto. –Dije. –Pero si queremos estar preparados para enfrentar a Lucifer, deberíamos aliarnos con Mefisto, convencerlo de que secunde nuestra conspiración, sería una enorme ventaja.

-Tienes razón…

-También debemos entrenar nuestros poderes sin la espada… y yo sé cómo hacerlo…

Me despegué del espejo y tomé mi gabardina negra y me puse la capucha, que cubría la mitad de mi cara.

-¿A dónde vas? –Preguntó Damon mientras yo subía los pies en el marco de mi ventana.

-A hacer algo por este mundo… -Respondí saltando por la ventana.

Me sentía molesto, frustrado y más que nada furioso, por primera vez desde que empezó todo esto me sentía el responsable, porque yo sería el que lo hiciera todo posible, la destrucción, las muertes, todo, y si iba a ser así, antes quería hacer algo por el mundo… tenía habilidades físicas sobrehumanas y cómo dijo Damon yo ya no era un mortal, significaba que podía enfrentarme a cualquier persona en cualquier circunstancia y resultar vencedor sin daño alguno, así que decidí salir a vigilar la ciudad cómo una especie de justiciero. Fui directamente a esa área famosa por ser cede de reuniones y atentados de los mafiosos de la ciudad, principalmente impulsado por la ira comencé a buscarlos y después de hora y media me encontré con una reunión de ellos, los observaba desde la azotea del edificio que estaba rodeado de sujetos armados, podía divertirme con ellos pero realmente no había necesidad pero  debía encontrar alguna manera de entrar y no ser visto así que tenía que empezar a hacer uso de mis poderes que esperaba pudieran ayudarme.

Crónicas de un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora