Capítulo 14

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Sus labios se encontraban fríos, los míos se encontraban calientes. Y la mezcla de ambos se sentía condenadamente bien.

El tacto frío de sus manos hizo que la cálida piel de mi abdomen se erizara en el momento que me tocó. A pesar de estaba disfrutando esa acción, él fue rápido en retirar sus manos de allí y separarse unos centímetros.

De mis labios escapó una queja, yo sí quería seguir besándolo.

-Lo lamento. - pronunció suavemente.

-Me estaba gustando...

-Lo sé, Cyara, ese era el problema.

Oh vamos... ¿Los vampiros no se excitan o qué?

Lo veo fruncir ligeramente el ceño, ahí está nuevamente el gesto que me hace saber que se encuentra leyendo mis pensamientos.

Puto colmillitos.

De todos modos, si los vampiros no se excitan... Igual me cunde buscar a un lobo que si lo haga.

-Los vampiros se excitan.- es rápido en decir Christopher

-¿Tú eres la excepción?

-Yo también lo hago. - murmura entre dientes.

Parece que a alguien no le está gustando el tema de conversación.

Mi mirada baja hasta su entrepierna y hago un puchero con mis labios.

Me ha quedado claro que se excita pero no conmigo, que decepción.

-Vas a necesitar más que un beso para excitarme.

La madre que me parió.

En vampirolandia son difíciles de excitar... O tal vez nosotros los humanos somos muy fáciles.

-Entonces tendré que hacer algo más aparte de besarte. - digo relamiendo mis labios.

-Tienes cara de ángel pero eres peor que nosotros los demonios, eh...

-¿Qué quieres que te diga al respecto? - pregunto sonriendo.

-Nada, Cyara, ya desataste el infierno cuando decidiste seguirme el beso.

Qué irónico hablar del infierno con un demonio.

Lo casual, cosa de todos los días.

Porque bueno... Hablando de maldad era él quien me superaba.

-Joel me advirtió sobre ti un par de veces, tal vez debería de hacerle caso antes de salir quemada.

-El demonio adecuado te quema de placer, no te quema la puta vida.

¿Y quién mencionó que tú fueras el indicado, colmillitos?

-Pero al peludito no le falta razón, soy de todo menos bueno... Deberías de cuidarte de mi. - me guiña un ojo antes de levantar y caminar hacia la ventana-. Supongo que nos veremos el lunes.

Y salta, como si fuera lo más normal del mundo.

¿Tenía algún tipo de problema con las puertas para no querer salir nunca por ellas o qué?

Supongo que jamás entenderé la lógica de los vampiros.

Como de costumbre no hice nada por el resto del día. Normalmente no suelo hacer nada productivo los sábados... Bueno, los demás días tampoco pero digamos que el sábado menos.

El domingo decidí salir a correr después de comer, por lo general odiaba correr pero tal vez era el momento de empezar a ponerse fit.

What's makes you beautiful sonaba por los auriculares, alejándome de la realidad y haciéndome disfrutar de las voces de los chicos de one direction.

No sé en qué momento llegué al bosque, me detuve para calmar un poco mi respiración ya que hacía bastante que me estaba costando respirar y mis pulmones me exigían oxígeno. Cuando a lo lejos corrían dos perros, tal vez se habían escapado de las manos de su dueño o algo así.

-Esta no... - dije mientras pasaba un par de canciones, no sé porque había decidido agregarlas al playlist si terminaba saltándomelas siempre que empezaban a sonar.

Al alzar la mirada me quedo congelada. No eran perros, eran lobos... Y uno de ellos lo conocía bien, sus ojos amarillos y su oscuro pelaje no pasaba desapercibido.

A su lado estaba otro lobo muy similar, que miraba en mi dirección lleno de curiosidad.

-Joel, por favor... No me mates. - dije regalándole una sonrisa nerviosa.

Pero Joel gruñó en mi dirección.

Genial, lo que me faltaba... Si hasta mi mejor amigo quiere matarme.

Dio un par de pasos hacia mi y el lobo que lo acompañaba le impidió continuar, se miraron entre sí, este último de forma amenazante. Joel bajó sus orejas y salió corriendo del bosque, casi me daba pena.

El lobo pareció dar un leve asentimiento en mi dirección antes de irse corriendo por la misma dirección.

-Jodida mierda. - digo a la vez que dejo escapar una bocana de aire. Estaba eternamente agradecida con ese lobo, por muy ridículo que suene. Al fin y al cabo debería de ser también una persona transformada, ¿no?

Al salir del bosque me encuentro con un último lobo, pero este se encuentra tirado en el suelo mientras que unas cadenas están alrededor de su cuerpo. Una mancha de sangre cubre su blanco pelaje, algo había ocasionado eso... O mejor dicho, alguien.

Demasiados lobos por hoy.

Corro de vuelta a casa, me doy una ducha para deshacerme del sudor que cubre mi cuerpo y, a últimas horas de la noche, me pongo a hacer los trabajos que tenía que entregar al día siguiente en la universidad.

Gracias a Dios logré terminarlos y entregárselos a los profesores correspondientes, el último no pareció mirarme con demasiada buena cara pero no le tomé importancia.

-Señorita Ross, entre antes de que yo lo haga. - dijo el profesor Camacho, agradecí por lo bajo antes de entrar al aula e irme a sentar.

Richard Camacho era el tipo profesor que por nada del mundo te dejaba entrar a clases después de que estas empezaran... Supongo que por eso me tenía un poco de manía.

Se deshizo de su chaqueta y la dejó acomodada en la silla, la calefacción se notaba en el ambiente pero tampoco era para tanto. Remangó su camisa y comenzó a dar la clase sin más.

Un pequeño detalle me llamó la atención, había un tatuaje en su brazo hecho recientemente. Un tatuaje de unas cadenas.

¿Esto es demasiada casualidad?

¿Me estaba yo volviendo loca?

Mordidas NocturnasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora