Capítulo 24

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Supe que algo estaba mal en el momento que mi cuerpo fue cargado en los brazos de alguien llevándome al exterior.

Estaba confusa.

Tal vez había tomado demasiado.

—¿Se puede saber qué cojones te pasa? — replicó la tan conocida voz del vampiro—. Joder, Cyara, por poco y tienes sexo allí con él.

Frunzo el ceño y me remuevo en sus brazos. Él deja que mis pies toquen el suelo así que aprovecho para hacerle frente.

—¿Y qué si quería tener sexo con él?

No, no quería.

En cuanto lo dije me arrepentí.

Yo solo quería tener sexo con una persona en esos momentos pero él parecía no querer lo mismo.

—Tú no querías eso. — dice entre dientes.

—Eso tú no lo sabes porque los vampiros y los humanos somos muy diferentes. — espeté—. Maldita sea, tú hasta tienes hijos... Y yo simplemente follo con un chico por puro placer.

—En ningún momento dije que tenía hijos.

—¿Los tienes? — pregunté retándolo.

—¡Mierda, Cyara! Eso no es lo más importante en estos momentos. — dijo negando con la cabeza—. Estás borracha.... Borracha y cachonda.

—¿Quién te manda a excitarme tanto?

—¿Y a ti quien te manda ser tan jodidamente hermosa que me dan ganas de hacerte el amor cuando claramente no puedo?

—¿Y a ti quien te manda tener todo lo que amo, que se me hace tan difícil no abrirte las putas piernas?

Él jadea impresionado y se pasa las manos por el cabello en un gesto de desesperación.

—No sé en qué momento la discusión se volvió tan sexual. — dijo soltando un suspiro—. Cyara, voy a llevarte a casa... Y ya veremos que hago contigo cuando se te pase la borrachera.

—Puedes follarme. — sugerí.

Cállate ya.

Por estas cosas no es bueno tomar alcohol...

—Ya veremos. — dice antes de volver a cargarme en brazos.

—¡Oye! — me quejo—. Yo estaba con mi mejor amigo y...

—Joel me pidió que viniera, parece que al final no vamos a llevarnos tan mal...

—Es que Joel sabe lo que quiero.

—¿Y qué es lo que quieres, Cyara?

—A ti. — respondo—. A ti siempre... Y es por eso que quiero tenerte.

—Ya me tienes.

—De la otra forma...

—Pero si me tienes de la otra forma, seré yo después quien no te tenga a ti.

Soy la dueña de mi vida, de mis decisiones, mis emociones, mi cuerpo, mi alma.

Solo yo puedo decidir sobre mí.

Y si yo quiero esto, va a ser esto... Por muy malo que termine siendo.

Christopher se mantiene en silencio mientras camina conmigo en brazos de vuelta a casa. Por primera vez, lo veo usar la puerta para entrar a casa y subir a mi habitación para dejarme allí.

—Quédate. — susurro en el momento que me deja acostada en la cama.

—No iba a dejarte sola, Cyara. — susurra mientras se acomoda a mi lado y me da el privilegio de poder abrazarlo.

Disfruto de él, de sus caricias, de su aroma, de sus dulces susurros y de su amor.

No sé en qué momento me quedé dormida pero cuando me despierto sigue ahí, con sus manos sobre mí cuerpo repartiendo pequeñas y casi inexistentes caricias.

El alcohol ya no corre por mis venas, tengo la mente despejada y me siento completamente yo.

—¿Te encuentras bien? — pregunta en el momento que posa su mirada en mi.

—Podría encontrarme mejor.

—¿Cómo? — cuestiona.

—Tal vez si me besaras...

Sonríe.

Y con eso solo consigue que me derrita un poco más.

Sus labios atrapan los míos en un suave y dulce beso. De todos los besos que él repartió por mi cuerpo, este es sin duda el que más está afectando a mi alma. Decir que un vampiro me estaba tratando de esta manera podría resultar hasta irónico.

—Te amo. — susurró entre besos.

—Te amo más... — respondo mientras deslizó mis manos por el interior de su camiseta, tocando la fría piel de su abdomen.

—Cyara...

—Quiero esto. — digo decidida.

—Pero yo te quiero a ti.

Estaba siendo egoísta.

Pero prefería una noche en el infierno que toda la eternidad en el cielo.

—Por favor, Chris... Si me amas hazlo. — pedí cerrando los ojos.

—No puedes pedirme que escoja entre ti y lo que tú quieres...

—Colmillitos, por favor...

Dejó escapar un sollozo antes de sacarse el mismo su propia camiseta. Mis dedos pudieron recorrer su piel a su antojo y cuando llegaron a su pantalón, empezaron a bajar la cremallera de este. Christopher se encargó de lo demás y en menos de lo que me esperaba ya lo tenía totalmente desnudo frente a mí.

Fueron ahora sus manos las que sacaron mi chaqueta, la piel de mis brazos se erizó cuando sus dedos la rozaron. Acto seguido, se deshizo de mis botas de una forma tan sensual que esa erótica imagen se quedaría grababa en mi mente incluso después de mi muerte.

Sus labios empezaron a repartir húmedos besos desde mis tobillos, subiendo por mis piernas hasta llegar a la tela del vestido.

—Estorba. — murmuró antes de tomar la tela con sus manos y romperla como si nada.

Me había quedado sin vestido pero no podía importarme menos.

Siguió subiendo sus besos, pasando la lengua por la cara interna de mis muslos acercándose cada vez más y de una forma tan peligrosa a mi vulva. Sus dientes tomaron la tela de mis bravas y deslizaron estas por mis piernas hasta dejarlas caer el suelo.

—Abre las piernas, ángel.

Y lo hice, dándole a entender que estaba dispuesta a todo.

Sus labios atacaron mi centro, deleitándose con la humedad que mi cuerpo desprendía, y brindándome más placer del que jamás creí que podría llegar a sentir.

—Voy a matarte, Cyara. — declara alzando la mirada para poder verme, sus ojos ya se encontraban rojos y eso quería decir que ya no era él.

—Lo sé...

—Te mataré y lo peor es que te gustará... Desearás que te reviva y vuelva a matarte una y otra, y otra vez. — dice relamiendo sus labios—. Mis demonios desean que los calmes.

Mordidas NocturnasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora