Capítulo 21

1.3K 142 38
                                    

-No podemos. - dice soltando un suspiro-. No quiero matarte, Cyara.

-No lo harás... Vas a controlarte.

-No, no lo haré porque está en mi naturaleza no hacerlo. - murmuró.

Esta vez fui yo quien tomó su rostro con mis manos lo besé, con fuerza y con rabia.

-Siéntate. - le indiqué en un susurro, mis labios no querían despegarse todavía de los suyos.

Hizo caso a mi petición y se acomodó en el sofá. Me senté sobre sus piernas y pasé mis brazos por sus hombros.

-Si no me quieres hacer el amor déjame al menos brindarte placer, así como tú me lo brindas a mí con las mordidas nocturnas.

Mis manos son ágiles en bajar la cremallera de su pantalón, el vampiro se tensa mientras que yo me arrodillo frente a él.

-¿Tú vas a...? - empieza diciendo pero es rápido en callarse.

-Chuparte la polla. - completo su frase sonriendo de lado.

Un jadeo se escapa de sus labios y una única pregunta se pasa por mi mente.

¿En vampirolandia no tienen sexo oral?

-Los vampiros no tenemos sexo por placer... - murmuró -. La gran mayoría de vampiresas son infértiles... Es muy poco probable tener un hijo entre dos vampiros, así que las veces que se tienen sexo es para intentar fecundar.

-¿Tienes hijos? - cuestioné sin poder evitarlo, Christopher no dijo nada al respecto por lo que me estaba empezando a imaginar cual era la respuesta a eso.

Una de mis manos se posa en la erección que empezaba a formarse bajo la tela de su bóxer. Relamo mis labios y tiro del elástico de su bóxer para bajarlo.

Acerco mis labios a la punta de su glande y paso mi lengua por el líquido preseminal que goteaba de allí. El vampiro tiembla con el simple roce de mi lengua en su piel.

-Hey, mírame. - le pido antes de adentrar su polla en mi boca, la parte que no llegaba a cubrir con mis labios la acariciaba con mi mano.

Una de sus manos se encarga de sujetar mi cabello en una coleta para que este no moleste en mi cara. Sin embargo, en ningún momento empuja mi cabeza ni embiste contra mi boca.

Tengo la libertar de moverme a mi antojo, de hacer lo que quiera con mi lengua e incluso de rozar mis dientes con su sensible piel.

La respuesta de él es de lo más natural, tal y como serían las reacciones de un humano. Sus músculos se tensan, sus pupilas se dilatan, sus dientes atrapan su labio inferior para acallar sus gemidos...

-Cyara, detente... - murmuró jadeante.

Pero no le hice caso a su petición.

No cuando sabía que se iba a correr.

Un sonoro gemido escapó de sus labios cuando un intenso orgasmo atravesó su cuerpo y se vació en mi boca. Mi garganta se contrae por acto reflejo y termino tragándome su semen.

-Te dije que te detuvieras...- dijo negando con la cabeza.

No me arrepentía de nada, el dulce sabor de su semen todavía se sentía en mi paladar para recordarme que estaba exquisito.

-¿Tomas mucha piña? - pregunto con cierto tono de burla, estaba casi segura de que la respuesta iba a ser negativa pero aún así...

-Eh... No. - responde confuso-. ¿Qué tiene que ver la piña?

-Nada, nada. - murmuro restándole importancia.

Sus manos dejan de sujetar mi cabello y estoy casi segura de que mis pintas ahora no son las mejores.

Mordidas NocturnasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora