Capítulo 22

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El primer trimestre finaliza a mediados de diciembre y, a pesar de que estoy muy aliviada por ello, también empiezo a darme cuenta de todos los momentos perdidos.

Otros años estaría celebrando este día con Joel en alguna discoteca, pero este año era todo tan diferente...

—¡Señor Camacho! — exclamo al verlo caminar por el pasillo en dirección a la salida, él voltea su rostro para mirarme en cuanto me escucha—. Yo... Sé que usted y Joel tienen una relación cercana así que me preguntaba si...

—Si, Cyara. — me interrumpe sonriendo—. Acompáñame.

—Pero no terminé de hablar, ¿cómo sabe que nos referimos a lo mismo?

—Intuición lobuna. — murmura divertido—. Y por favor, llámame Richard que ahora mismo no estamos en clases.

Asiento ligeramente y camino tan solo unos pasos detrás de él. Al llegar al estacionamiento es rápido en abrirme la puerta del acompañante, yo sonrío ante el gesto y agradezco por lo bajo mientras me adentro. Él cierra la puerta y rodea el coche para adentrar en el lugar de conductor.

—¿Crees que Joel querrá verme? — cuestiono en voz baja.

Al fin y al cabo, existía esa posibilidad.

—¿Por qué no habría de querer verte?

—No lo sé, las últimas pláticas nunca terminaron bien... — murmuro sacudiendo mi cabeza—. Extraño cuando todo era... Normal.

—No te equivoques, Cyara. Todo es normal, la única diferencia es que ahora sabes que no es un humano.

—Ya, bueno... Antes no discutíamos cada dos por tres, ni las personas se tiraban contra las paredes, ni entraban por las ventanas, ni...

—Ya entendí. — dice burlón, una sonrisa se dibuja en sus labios pero su mirada no se despega de la carretera en ningún momento—. Eso te pasa por juntarte con ambas especies.

—Eso pasa porque no sois normales. — me quejo—. Uno respira y el otro ya lo lanza por los aires para intentar matarlo.

Richard ríe mientras niega con la cabeza, sigo sin entender porque a ellos les parece una situación tan divertida cuando claramente no lo es.

Finalmente, aparca el coche cuando llegamos a nuestro destino. Lo que cambia ahora es que sé que no sólo se trata de un pueblo, sino de una manada de lobos.

—Yashua, ¿has visto a Joel? — pregunta Richard nada más salimos del coche.

Un chico que era muy similar a él, centró su mirada en mí antes de asentir ligeramente en dirección a Richard.

—Los Pimentel están en el lago.

Supongo que también se refería a sus hermanos.

Richard da un leve asentimiento antes de que empecemos a caminar en dirección al lago.

—Yashua además de ser mi hermano también es mi beta. — explica, como si yo supiera de lo que estaba hablando.

—Oye, ¿no hace demasiado frío como para que estén en el lago? — cuestiono al darme cuenta de que cuanto más avanzamos más frío se volvía el ambiente.

—Recuerda que los lobos no sentimos el frío y estamos siempre calientes.

Eso suena tentador.

Digo... Quien fuera lobo para no tener frío en el invierno.

Estamos a tan solo metros del lago y ya se podían divisar a los cuatro hermanos Pimentel jugar en el agua como si fueran niños.

—Se ven entretenidos. — digo sonriendo.

—Lo están. — dice antes de silbar en su dirección, ellos son rápidos en mirarnos—. Joel, ven aquí.

El recién nombrado sale del agua sacudiendo su cabeza, se encontraba únicamente con un pantalón corto. Todo su cuerpo se encontraba empapado, por su tonifica do abdomen resbalaban las gotas de agua con increíble facilidad al igual que de sus cabellos.

—Cyara, ¿qué haces aquí? — pregunta al notar mi presencia.

—Quería recuperar a mi mejor amigo.— digo sonriendo, hago un ademán de acercarme para poder abrazarlo pero él es rápido en retroceder.

—Estoy mojado, si en abrazadas terminarás igual. — dice divertido.

—Valdrá la pena. — murmuro antes de abrazarlo, lo bueno de ir abrigada es que no noto la humedad traspasar la tela de mi ropa.

Sus brazos no tardan en devolverme el abrazo, me levanta unos centímetros del suelo y reparte un par de besos por mi rostro.

—Te extrañé tanto...

—Yo también te extrañé, peludito. — digo con un tono de voz divertido.

—No hacía falta ese nombre...

Me río sin poder evitarlo y cuando me separo de él, no dudo en abrazar a Richard. En esos momentos me importaba muy poco que fuera mi profesor.

—Gracias. — le digo alzando la mirada, él me regala una sonrisa mientras niega con la cabeza.

—No se merecen, Cyara.— me guiña un ojo antes de volver la mirada a Joel—. Vístete, tienes que recuperar el tiempo perdido con ella.

Joel se tomó muy en serio lo que Richard dijo. Tan sólo media hora más tarde nos encontrábamos paseando de camino a mi casa mientras nos contábamos cosas el uno al otro.

Resulta que en este poco tiempo Joel tuvo la oportunidad de conocer a una chica increíble, que por lo que decía, era su alma gemela solo que ella todavía no lo sabía.

No entendía la lógica de los lobos, pero con tal de que mi mejor amigo fuera feliz...

—No quiero que te enojes, Cyara, pero Christopher no te hace bien.

—Yo lo amo. — digo encogiéndome de hombros—. Y estoy dispuesta a lo que sea.

—No quiero perderte, ¿lo sabes, verdad? — pregunta haciendo un puchero.

—Lo sé... Pero si algo malo sucede quiero que sepas que fue consensuado y que... Valió la pena morir de amor estos días.

Él aprieta los labios, sin estar conforme con mi decisión pero no se atreve a decir algo para contradecirme.

—Conociéndote... Sé que no será por mucho así que, regálame una última noche.

Una última noche...

—Soy tuya esta noche, Pimentel. — sonreí nostálgica antes de mirar al frente y ver mi casa a tan solo veinte metros.

Mordidas NocturnasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora