Metamorfosis

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Era un buen día en la aldea de Konoha. No hacía ni frío ni calor, el sol no resultaba tan quemante. Los genins del equipo 8 estaban pasando un día en el bosque. Kiba y Akamaru saltaban entre las ramas de los arboles como unos locos, perfeccionando la marca dinámica de Akamaru. Shino veía detenidamente un insecto en el tronco de un árbol, era hermoso, se había decidido a tomarlo cuando un chorro amarillo proveniente de Akamaru, cayó sobre el insecto, espantándolo. Por suerte aquello no había salpicado a Shino.

¿Es esta la forma de pasear a un perro? No, no lo creo. murmuró Shino con su voz tenue, disimuladamente molesto. Mientras tanto, Hinata veía aquel paisaje verde con alegría, era hermoso. Eran de los pocos días que sus compañeros la invitaban a pasear por el bosque para que no se quedara encerrada en la mansión Hyūga.

Debe ser lindo tener algo bueno y que lo ames, como ustedes tres. opinó Hinata de espaldas a Shino, mirando juguetear a Kiba y Akamaru.

Algún día encontraras tus fortalezas, Hinata. —Le prometió Shino, animándola.

Sí. Quizá así sea. dijo ella con esperanza.

Oye, dilo ya. Hay algo que quieres decirme.

Oh... ah... bueno...

Pero Hinata nunca dijo nada sobre lo que le afligía, prefería no preocupar a nadie, prefería no molestar. ¿Quién diría que, tal vez, si aquel día le hubiera contestado a Shino, si hubiera confiado en él, las cosas pudieran haber tomado probablemente otro rumbo? El destino era curioso, la más minúscula decisión podía cambiar el rumbo de un importante futuro. Una vez alguien dijo "las coincidencias no existen, solo lo inevitable".

-o-

Actualmente.

Fue un error rememorar eso justo en ese segundo. Hinata cayó al suelo estrellándose de costado, con el aliento exhausto y los pulmones desechos que imploraban calma y aire, ni siquiera fue capaz de poner las manos para defenderse. Sus ojos cansados y titilantes se iban por sí solos hacia atrás queriendo perder la conciencia. Hiperventilaba furiosamente, víctima del cansancio extremo. Habían estado entrenando katas, ataques, bloqueos, llaves y movimientos de muerte rápida toda la mañana y parte del medio día. Pudo haber tenido más energía de haber almorzado pero la comida no le llamaba la atención después de la interactiva clase de anatomía sangrienta que sostuvo con Ibiki-sensei el día anterior. Los lunes siempre serían clases de fisiología que conllevaban las palabras "corte" y "sutura". Odiaría los lunes por siempre. Los martes serían días de entrenar hasta morir, y no literalmente.

―Levántate, Neko. ¡Levántate! ―gritó Ibiki. El mote de Neko había sido elegido por el mismo Ibiki. El quitarle el nombre a un shinobi le hacía tener más determinación e individualismo, además neko aportaba elegancia, serenidad, silencio y frialdad, elementos que Hinata poseía en mayor o menor medida. La frialdad estaba todavía en entrenamiento pero al menos la máscara blanca de gato aportaba esa característica. Sin rostro, sin sentimientos.

―N... No p... uedo... más... ―Tan solo decir esos monosílabos hizo que Hinata sintiera que el infierno se desataba desde sus costillas adoloridas y su labio abierto.

―Sí puedes, puedes dar más de ti, es tu mente la que no te permite seguir. ―Fue hasta ella y se puso en cuclillas, tomándole el rostro con sus manos grandes y frías para que lo mirara a la cara. Hinata se encontró con un rostro moreno, estricto y con cicatrices visibles, ojos pequeños pero inflexibles y una voz sacada del averno ―, ordénale que puedes, ordénale que obedezca, por Hanabi, por tu padre, por tu clan, ¡por ti! ¡Díselo, Neko!

Ella y su oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora