Gato gris

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Un sonoro trueno retumbó por todo el cielo de Konoha. El ruido de la lluvia tupida resonó en el techo de madera de la habitación del abuelo Hyūga. La humedad se podía oler por cualquier lugar. Hinata sorbió por la nariz y apoyó su espalda contra la pared, dejándose caer lentamente. Sentía su cara mojada y luchaba por sollozar silenciosamente, apretando los dientes lo más fuerte que podía, cerrando los ojos al máximo. Cayó al suelo de sentón y flexionó las rodillas hacia ella, colocando sus manos enguantadas contra su cabeza, empequeñeciéndose en ese rincón al lado del abuelo, al lado de Ko.

"Hinata... sama" proclamó el guardián con una media sonrisa, "sé lo que hará".

¡Él sabía! ¡Él lo comprendió todo al final!

Ahora sentía algo contradictorio. Había un gran vacío dentro de su estómago y al mismo tiempo sentía que su cuerpo pesaba una tonelada. Tan pesado como veinte montañas y tan vacío como el aire invisible. ¿Cómo podía sentir cosas tan diferentes?

―Nee-chan. ―La voz de Hanabi estaba alzada en un hilillo a punto de romperse. La pequeña entró a la habitación cuidando de cerrar la puerta perfectamente ―. ¿Qué pasa?

―No pude, Hanabi, no pude ―murmuraba letanías extrañas, como ida ―, no se pudo, no lo logré, un ANBU no duda de su objetivo, un ANBU protege y no deja cabos sueltos, no pude, no pude...

La joven castaña sonrió levemente y llegó hasta su hermana mayor e inmediatamente se abrazó a ella con el deseo de que la protegiera. Hinata se dio cuenta del gesto y pasó un brazo por detrás de la pequeña espalda de Hanabi.

"Yo seré el silencio de Hinata-sama", se hincó frente a ella y pegó su frente contra el suelo de madera y ahí, al lado de Hayato Hyūga, puso su propia vida en manos de Hinata. "Mi propósito es protegerla, es lo único que yo tengo. No me quite mi propósito, Hinata-sama." Él era huérfano desde joven, por eso lo colocaron como guardián de Hinata, porque él no tenía nada que perder más que su vida. Hinata cernió sus dedos sobre el kunai, tomándolo firmemente hasta que de repente encontró que su mano temblaba. Descargó el filo contra la espalda de Ko pero la punta no llegó a penetrar más que un centímetro, luego se detuvo para finalmente retroceder. Ko, sorprendido, sintió dolor pero no dijo nada ni se atrevió a despegar su frente del suelo. Hinata lo tomó por el cuello de su vestimenta y lo obligó a mirarla por las rendijas oculares de la máscara de gato. Colocó el filo cortante del kunai contra su masculino cuello, hundiéndolo pero sin cortar.

Si dices una palabra, solo una ―susurraba con voz siseante ―, lo voy a lamentar pero... te mataré. ―Le prometió firmemente, con la voz un tanto grave. La garganta le dolía mucho, como cuando se quieren decir muchas cosas pero las palabras se atoran y no salen ―. Realmente lo haré Ko. No has visto nada, el abuelo está convaleciente y Hanabi hace lo posible por animarlo. Eso es lo que pasa, ¿verdad? ―Ko se quedó mirándola con estupor en sus ojos, preguntándose si realmente era su Hinata-sama detrás de esa máscara ―. ¡Promételo! ―gritó desesperada.

Yo moriré si usted me lo pide, Hinata-sama. ―Pactó un sello de silencio y sangre en esa noche.

―Es Ko ―dijo Hanabi regresándola al presente ―. Nunca nos traicionaría. Ahora está limpiando la habitación del abuelito. ―sonrió levemente, intentando tranquilizar a su hermana mayor.

-o-

Esa tarde las nubes grises ocultaban el sol. Dentro del dojo cerrado Hinata acumuló chakra en sus palmas e hizo que saliera en forma de leones azules, mantuvo el jutsu por unos minutos, Ibiki con su mirada pesada lo evaluó y luego cayó en la cuenta de que debería darle otra forma al chakra, algo impersonal, algo que no dijese que era Hinata. Ella asintió una vez y luego volvió a repetir el jutsu, esta vez decidió moldear el chakra hasta convertirlo en la cabeza de un gato azul con bigotes largos.

Ella y su oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora