Había un silencio sepulcral dentro del recinto. Ese lugar siempre había sido así pero aquella madrugada era simplemente increíble la mudez con que se habían puesto de acuerdo incluso los grillos siempre cantores y hasta las cigarras. Dentro de la mansión Hyūga, el ninja descalzo caminó con pasos lentos, poniendo primero la parte trasera del pie y luego lo de adelante, haciendo el mínimo ruido posible. Sabía dónde pisar para que la madera del suelo no crujiera. Con sigilo deslizó la puerta corrediza de la habitación de Hanabi, todo estaba tan perfectamente ordenado que casi le dio risa por lo ridículo, habían sido tan idiotas como para limpiar todo, como si nada hubiera pasado. Pero no, no mientras tuviera esos poderosos ojos lilas que podían verlo todo. Ibiki le había enseñado bien a darse cuenta de los detalles. Pasó por un lado del espejo de cuerpo completo y se reflejó en él la figura curvilínea de una mujer bien erguida y de cuello largo, con la cara cubierta y el cabello recogido en una coleta alta para evitar estorbar. Con serenidad se desconoció por un momento y luego de tres segundos se aceptó, siguiendo con su trabajo.
"Ko salió junto con Ibiki-san", le comentó Hirohito quien la recibió en el recinto Hyūga. Su maestro Ibiki ya le había comentado anteriormente en el hospital que Ko se había quedado en la mansión para resguardar el cuarto de Hanabi, para preservar las pistas del atacante. En cuanto el hombre de cabello castaño le dijo que Ko había salido junto a Ibiki, ella supo que le mentían. La engañaban en su propia cara. No sabía si el hombre era estúpido o si se estaba burlando de ella. Hinata apretó la mandíbula con coraje pero dejó sus puños relajados para no demostrar ninguna emoción.
La habitación de Hanabi estaba limpia.
―Hanabi-sama se intoxicó con unas frutas. ¿Dónde están las cocineras? ―Pidió la chica de piel clara. Hirohito ni siquiera se inmutó.
―Están en sus habitaciones. ―respondió enseguida ―. Ibiki-san ya habló con ellas.
Era verdad. Ibiki Morino ya había estado en la mansión desde hace algunas horas. Hinata se debió haber quedado en el cuarto de Hanabi para cuidarla pero su instinto de gato rojo no la dejó en paz, necesitaba saber quién era el ente que intentó arrebatarle lo único y más valioso que le quedaba en la vida; su hermana menor. Kakashi intentó tranquilizarla varias veces pero a medida que no llegaba información de Ibiki, Hinata se desesperó y dejó un clon y a Kakashi cuidando de su Hanabi-sama.
―¿Y dónde está mi sensei? ―inquirió Hinata.
―En la antigua habitación de Hayato-sama.
―¿En la antigua habitación de Hayato-sama? ―Hinata giró su cabeza con rapidez hacia Hirohito, hablando con un tono molesto y ácido ―. ¡Es! La habitación de Hayato-sama. ¡Es! ¡Todavía lo es!
―Sí, Hin... sí... hum... sí, señora. ―Pareció apurado por reconsiderar su falta de tacto y de repente no supo cómo llamarla. Era bien sabido que su nombre ya no era "Hinata-sama".
―Neko. ―Lo ayudó la peliazul ―. Mi nombre ahora es Neko.
―Hai, Neko-sama. ―Y en modo de disculpa le dio una reverencia.
La joven del cabello largo dio media vuelta y continuó con su camino a lo largo del pasillo de madera. Sus pasos silentes eran rápidos y decididos, sabían a dónde ir. Ibiki Morino estaba sentado con la espalda recargada contra la pared de caoba. Parecía pensativo y mientras tanto miraba atento el jardín botánico que tenían los Hyūga. Hinata pasó frente a él y de un movimiento rápido se sentó a su lado, con las rodillas flexionadas hacia sus costillas.
―Me apuesto a que la habitación está limpia ahora. ―dijo Ibiki con su voz grave. A Hinata le gustaba la voz de su maestro, era severa pero firme, se sentía segura cuando lo escuchaba hablar, sentía que él tenía todo bajo control y a disposición de Hanabi y por consiguiente de la misma Hinata.
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Ella y su oscuridad
FanfictionY ahora aquí está frente a mí esa niña pero ya no es inocente. A veces pienso que hubieras muerto honorablemente aquél día, con tus tartamudeos y sonrojos, habría muerto la verdadera Hinata. / Por el bien de Hanabi se convertirá en la sombra del cla...