El final de la transformación.
Estaba cansado y con fastidio, necesitaba dormir de inmediato. La última semana se la había pasado dentro del embrollo del clan ojo blanco y aquello parecía haberle robado las energías, eso aunado a tener que ver el rostro del capitán Morino con quien últimamente no se llevaba nada bien, en realidad nunca se llevaron mal en un pasado, pero tampoco eran amigos. Una pequeña parte de Kakashi le molestaba el tipo alto metido las 24 horas en territorio Hyuga.
"Creo que debo dejar este asunto en paz" pensó el ninja mientras daba un sonoro bostezo. Prefirió regresar a su pacífico departamento y dormir un buen rato. Ni siquiera se duchó, solo se dejó caer en el sofá que usaba para cuando llegaba muy cansado, ese sofá amigo tenía manchas de sangre seca por todas partes. No supo en qué momento se quedó dormido.
"Hinata sonreía tiernamente... pero su rostro lleno de inocencia se oscurecía de repente y de un momento a otro aparecía en su bello rostro una máscara de fondo blanco con pinceladas rojas que dibujaban la cara de un gato triste. Ella se acercaba y él aparecía en escena, un Kakashi vestido como jōnin, excepto por su chaleco verde. Neko-dark lo abrazaba de repente. Un segundo... ¿Neko-dark?
—Neko-red, Kakashi-sensei, Neko-red. ―Le hablaba la voz ultra dulce de la antigua Hinata ―. Mi precioso Kakashi-sensei... tan precioso que me dan ganas de matarlo... ―decía sonriendo mientras la parte baja de la máscara desaparecía dejando ver unos labios carnosos de color rojo por donde resbalaba sangre espesa, se acercaba a él y le daba un beso apretado contra la máscara negra ―. Neko...
La sangre caía elegantemente por la barbilla bajando a gotas gruesas hacia el pecho desnudo, después toda la imagen era cubierta por una especie de líquido viscoso color negro, tan negro como la noche. Las manos de la chica no tenían dedos normales, sino largas y afiladas uñas negras gatunas que tamborileaban contra sus piernas con elegancia. Sobre su cabeza aparecían unas orejitas de gato color negro. Todo el cuerpo de la Neko estaba enfundado en una tela de encaje negro, su cabello largo y echado hacia adelante lograba tapar algunas partes íntimas, cuando Kakashi deslizó su mirada hacia abajo para ver... "
Kakashi despertó de golpe de aquel sueño tan extraño que había tenido. Respiraba agitado y un sudor frío recorría su cuerpo provocándole un escalofrío que calaba hasta los huesos. Se sentó en la cama con una rodilla flexionada y en ésta apoyando un codo, intentando tranquilizarse. Escudriñó su habitación, como si le pareciera extraña de momento y volteó para todos lados. Estaba solo. Ella no estaba. Alzó una mano pasando sus dedos por entre su cabello húmedo.
—¿Qué pasa, Kakashi? —Susurró a sí mismo con el ceño fruncido —. ¿Por qué sueñas con ella? —Parecía reprenderse.
En aquél momento lo único que quería era comprobar que las hermanas Hyuga estuvieran bien, que Hinata siguiera siendo Hinata, asegurarse que no estaba convirtiéndose en un Obito o un Sasuke, observar que la oscuridad todavía no la engullía como un polluelo indefenso. Se preguntó por qué aquella obsesión de cuidarla había nacido en él, como si ella fuera una niña pequeña.
Tenía una extraña necesidad de verla y saber más de ella. No podía evitarlo.
A la mañana siguiente se topó con algo inusual en la puerta de su estoico departamento. Había un pergamino donde el consejo de Konoha solicitaba su presencia para una reunión matutina, a la cual por cierto ya iba una hora tarde. El peligris rechistó con fastidio y se puso en marcha, pensando en alguna excusa buena qué darle a los viejos por haber llegado tarde. Aquella mañana el sol amarillo calentaba reconfortantemente, tanto que Kakashi todavía se dio el tiempo de comprarse una bebida energética por aquello de tener que aguantar algun informe o posibles características de una misión importante. Cuando llegó al lugar señalado se sorprendió de ver a Koharu Utatane y Mitokado Homura discutiendo fervientemente con Naruto, quien lucía molesto como un niño.
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Ella y su oscuridad
FanfictionY ahora aquí está frente a mí esa niña pero ya no es inocente. A veces pienso que hubieras muerto honorablemente aquél día, con tus tartamudeos y sonrojos, habría muerto la verdadera Hinata. / Por el bien de Hanabi se convertirá en la sombra del cla...