Sus ojos blancos miraban la esquina del recinto, había algo de moho muy minúsculo. Hizo una nota mental de mencionárselo cuanto antes al personal de limpieza. Las respiraciones eran algo que podía escuchar, algunos estaban impacientes, pero no por eso ella se amedrentaba, ellos jamás se atreverían a exigirle cosas o regañarla. Ya no era una niña. Era una joven adulta que tenía un poderoso clan de dojutsu bajo su mando. Su rostro estaba derecho así que movió sus ojos al frente para verlos a todos, los presentes se mostraron serios y otros un tanto amables, o fingiendo ser amables. La mirada de la joven era altiva y poderosa, sin una pizca de vacilación.
Era una temida y respetable dirigente. Era la cabeza del clan Hyuga. Era Hyuga Hanabi-sama.
—¿Y bien, señor Hajime? ¿Nos va decir algo o quedará callado para siempre? —La voz de Hanabi era fina, delicada y fría, como un hermoso hielo, como un duro diamante. Combinado con su altura y su larguísimo cabello castaño peinado en dificultosas trenzas para ayudarle a recogerlo un poco, y aun así le llegaba pocos centímetros antes de los pies. Vestía un hermoso kimono blanco con bordados dorados y sakuras. Y su piel seguía siendo blanca y tersa como siempre. No cabía duda de por qué la llamaban la "princesa de hielo del clan Hyuga".
—Ah, sí, Hanabi-sama. Con su permiso. —Con torpeza el viejito sacó unos pergaminos; desdoblándolos, y se levantó para mostrárselos a Hanabi. Justo antes de llegar a ella una sombra apareció rápido al lado de su ama, un joven alto y de cabello color miel que lo observaba fijamente y con recelo —. Oh, lo siento, Hashimoto-kun, olvidaba que no te gusta que se acerquen a Hanabi-sama. —Se disculpó con una sonrisa y le entregó los pergaminos a él y éste los puso frente a Hanabi, en la mesa.
Hanabi leyó todo con rapidez y luego levantó la mirada con algo de petulancia.
—Apruebo el presupuesto. Como miembro del concejo de ancianos estoy en la firme disposición de crear un centro de apoyo para niños que no deseen ser ninjas.
Por supuesto que la mayoría no estaba de acuerdo, pero era imposible contradecir el carácter temible de la joven, además, aun así los convencería de acceder, pues tenía ese poder de persuasión demasiado desarrollado.
—Otro problema. La lápida de la antes miembro del concejo; Utatane Koharu, fue vandalizada...
—Unos cuantos grafitis no creo que molesten a la anciana, siguiente tema. —Sin mayor importancia, pero con gusto de saber la noticia, exigió continuar.
—Ya fueron localizados los vándalos que robaban en el mercado. Son menores de edad. —Anunció otra persona, pero no era un Hyuga, sino un ciudadano normal.
—Que aprendan una lección, mándelos al bosque de la muerte por una semana. ¿Qué sigue?
—Pero Hanabi-sama, con todo el respeto que usted merece, no sé si el Hokage apruebe eso.
—Lo aprobará. —Lo miró brutalmente, no tenía el byakugan activado y aun así había un par de venas resaltantes en sus ojos. El anciano prefirió callar y anotar las órdenes.
—Grupo localizado de tratantes de blancas. Morino Ibiki lidera el grupo de rescate e investigación.
—Que mis sombras se encarguen de ellos.
Los presentes se miraron entre sí con cara de angustia. Había un pequeño grupo de no más de veinte hombres que eran conocidos como "las sombras del clan Hyuga", "las sombras de Hanabi". Los chismes de la aldea decían que en realidad Hanabi tenía un ejército de ninjas a su disposición, ninjas entrenados con límites más allá de matar, algo así como un ANBU raíz dirigido por Hanabi. Las libertades que el Hokage le daba a ella como miembro más importante del concejo de Konoha eran siempre criticadas en voz baja, pero lo cierto era que la joven simplemente se había convertido en la mano derecha de Naruto, apoyándolo en su mandato y siendo una aliada verdadera para gobernar y proteger Konoha. Naruto no confiaba en sus viejos concejeros, por lo que al morir Homura, fueron Shikamaru y Hanabi quienes tomaron sus lugares.
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Ella y su oscuridad
FanfictionY ahora aquí está frente a mí esa niña pero ya no es inocente. A veces pienso que hubieras muerto honorablemente aquél día, con tus tartamudeos y sonrojos, habría muerto la verdadera Hinata. / Por el bien de Hanabi se convertirá en la sombra del cla...