Narra Mario
—Un pay de limón a la mesa 5. —una voz gruesa se escuchó.
—Pastel de mil hojas para la mesa 1. —otra voz femenina grito al mismo tiempo.
El olor a comida y postres en conjunto provocó que mi hambre aumentará, era cuestión de dejar unos papeles importantes en mi oficina e inmediatamente iría por algún alimento.
—Señor ya no tenemos chocolate blanco, he revisado en el estante y tampoco encontré ahí. —un joven de vestimenta blanca comento mientras se dirigía hacia mí, deteniendo mi acción.
—Ayer se acomodó toda la mercancía, mirar en la bodega. —solté y seguí caminando.
—Claro señor, gracias. —se fue directo donde le había dicho.
Cuando estaba por entrar a mi despacho una voz dulce me detuvo una vez más.
—Hola Mario, ¿será que estas libre? Estaba cerca de aquí y aproveche en pasar e invitarte a comer. —una Tania con vestimenta tan extrovertida como siempre, esperaba por mi respuesta.
—Hola, por supuesto, de echó tenía planeado ir a comer justo ahora, permíteme guardar estos documentos y en unos instantes estoy contigo, cariño.
—Sí, elegiré una mesa mientras tanto, querido.
—No, me gustaría comer en otro lugar y algo diferente, si no es inconveniente para ti claro, es que todos los días es el mismo olor y ver la preparación de cada menú hace que no se me antoje nada de lo que se sirve aquí.
—Bien, te esperare en la entrada entonces.
—Ok, no me tardo.
*****
— ¡Wow! este lugar es hermoso, ¿Cómo lo encontraste Mario?
—Hace un par de días iba de pasada, la decoración de afuera fue lo que captó mi atención y no dude en entrar a descubrir que tal estaba la comida, te aseguro, este lugar no te decepcionará.
—De eso estoy segura, si a ti te gusta tanto, es porque debe de ser de muy buena calidad este lugar.
—Estas en lo correcto, y bien ¿qué vas a pedir?
—Necesitó usar un momento el sanitario, pide por mí, confió en tu gusto, querido. —la observo dirigirse al servicio y no puedo evitar soltar una carcajada, estoy seguro que se le está haciendo muy complicado adaptarse a un nuevo país, que aunque ella nació y paso su niñez aquí, al final su vida está en España, ninguno de estos platillos es de su gusto, aun así, se esfuerza en comerlos para acompañarme, es una pequeña tontilla.
—Listo, y ¿cuál es el menú?
—Para mí pedí unas enchiladas, para ti pedí una ensalada con pollo.
—Quería comer lo mismo que tú.
—Sé muy bien que lo querías, no obstante, no debes, se de sobra que te estas esforzando por adaptarte a este cambio, pero comer alimentos que no te agradan no ayudara a nada, vamos, come que no quiero comer solo. —le regalo una sonrisa para reconfortarla, acción que ella devuelve.
—Agradezco tu comprensión. —menciona apenada.
—Está bien, no exageremos por algo minúsculo.
Cuando terminamos nuestros platillos me acercó a pagar la cuenta, Tania ya se encuentra afuera esperándome en el coche.
—Muy bien, te llevare a casa, nos tardamos más de la cuenta y ya es muy tarde.
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Cuando el tiempo no se detiene
Ficção AdolescenteContinuación del libro Yo, Mi salvación -Prohibida su copia o adaptacion de esta obra, de lo contrario sera denunciado. -Obra 100% original. -Completamente mia. -Hetero.