Capítulo 32

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PoV David.

-Muñeca ¿Qué sucede? ¿Estás bien?- le pregunto.

-Si amor, es que tuve una charla con Miguel- le hago una mueca.

-¿De qué charlaron, amor?- me doy vuelta y le tomo el rostro- ¿Él está bien?

-Él está bien, es solo que está celoso- lo miro- cree que a ti te quiero más que a él, pero le expliqué que eso es imposible.

-Lo entiendo, tú sabes que yo soy igual- río- pero quizá al vernos siempre juntos él se moleste. Amor si tú quieres me voy para que puedas compartir con ellos.

-No amor, yo quiero que te quedes- le acaricio el rostro- Él debe aprender que mamá tiene necesidades de otro tipo de amor, un amor que ellos no me pueden dar.

-¿Segura? no me molesta, preciosa- la beso- el mismo amor que yo necesito- la vuelvo a besar.

-Muy segura amor, quiero estar contigo. Coquito el otro día me dijo que ellos deben entender que su mamá tiene derecho a ser feliz también, y yo sé que lo entenderá- le sonrío.

-Dales tiempo, amor, ellos van a entender- le sonrío dándole seguridad- quiero que seas muy feliz. Te amo- le digo besándola tiernamente.

Durante lo que quedaba de la tarde, mi cuñado y yo nos dedicamos a asar la comida mientras compartíamos risas y anécdotas con toda la familia. Me sentía tan a gusto. Estaba pleno.

Aracely tenía un brillo especial en los ojos, se la veía tan plena y yo tan enamorado de ella, no podía dejar de observarla. Su sonrisa es una luz en mis momentos oscuros, creo que no estaba consciente de eso, pero me encargaba de hacerle saber cada que podía lo feliz que ella me hacía.

Le pedí a Leo que me diera un momento porque quería “charlar” con mi mujer, a lo que el asintio y me dijo:

-Romeo, te libero de esta pesadilla de la cocina- río.

-Gracias Leo- reí- es que quería ver el atardecer con mi chica, tú sabes y le palmeo la espalda.

-Ve, disfruta de ello- sonrío.

Me retiré el delantal que me habían prestado y tomé rumbo hacia la banca donde se encontraba mi rubia. Tapé sus ojos y se exaltó. Le susurre al oído:

-¿Quién soy?

-Amor- río.

-Preciosa ¿Te parece si vemos lo que queda del atardecer juntos?- mientras retiraba mis manos de su cara.

-Me parece perfecto- me aferro a sus brazos.

-Vamos- la beso suavemente.

Ella se aferró a mí y comenzamos a caminar hacia unas sillas que se encontraban en el parque de su casa. Me senté y en un abrir y cerrar de ojos la tomé entre mis brazos e hice que se sentara sobre mi regazo. Ella reía como si fuera una niña chiquita.Tomé su rostro entre mis manos y me dediqué a observarla como si fuera una obra de arte, de alguna manera me hacía sentir esas cosas. Ella había dado vuelta mi mundo sin esperarlo. Fue como una especie de terremoto, una tormenta arrasadora, que llevó consigo todos mis males. Me enseña a amarla como se merece. Nunca en mi vida me había sentido tan feliz, tan amado y cuando hablo de amor me refiero a la mera interpretación de la palabra. Uno cuando ama, lo hace sin barreras, con todas las fuerzas que emergen de nuestro ser. La amo más que a mi propia vida.

La verdad es que no sé a dónde podrá ir a parar nuestra relación, pero estoy seguro que quiero que ella no solo sea mi presente, sino también mi futuro:

-¿Sabias que te amo?- le pregunto.

-Si- le sonrío- pero me gusta que me lo digas.

-¿De verdad?- la miro haciéndome el incrédulo.

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⏰ Última actualización: Dec 01, 2020 ⏰

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