II. El encuentro.

1.5K 274 25
                                    


El ser humano es capaz de recorrer el mundo unas mil veces solamente para reencontrar a su ser amado.

Estimado príncipe Natouch:

He pensado tanto en nosotros, sé que de pronto esta carta pudiese ser inoportuna, pero solo quiero tranquilizar tu corazón, has pasado por tanto siendo tan joven, que no puedo evitar pensar que soy el responsable, sus majestades han decidido que usted y yo unamos nuestras vidas, ambos por ser garantes de nuestros pueblos y usted es el único descendiente del rey Siripongthon, no te inquiete pequeño príncipe, sea como sea, yo cuidaré de usted, lo prometo con mi vida.

A veces también quisiera ser libre como las águilas en el cielo y volar donde no existan estás viejas tradiciones, así usted pudiese ser feliz sin cargar con el compromiso de enlazar nuestros caminos, pero el deber y el honor de nuestros pueblos dependen de nosotros.

Pequeño príncipe a tu corta edad pongo mi corona en tus manos y en mi corazón guardo tu vida, no tengas miedo, este príncipe Oso será tu refugio cuando te sientas perdido y cuando sea el momento de conocernos tú y yo seremos grandes amigos.
En esta misiva pongo mi promesa, que aunque nos obligue una vieja escritura, te haré feliz.

Desde hoy y siempre tuyo.

Thitiwat.

Estimado Príncipe Thitiwat:

A estas alturas debe saber que tengo un gran defecto y esa puede ser una desventaja para usted, no quisiera interferir de mala manera en su vida. No piense que para mi es un sacrificio unir mi vida a la suya, todo lo contrario, servir a mi pueblo es un deber pero también es un honor, aunque no voy a mentirle, a veces también quisiera ser libre como los pajarillos de cielo, siento que todo esto es más injusto para usted que para mí, el príncipe debería casarse con una bella dama, en cambio tendrá que enlazar su vida a alguien que no solo es un hombre, sino que además no podrá verlo a los ojos cuando hable. Pero quiero hacerle una promesa desde hoy, ya que se ha sincerado conmigo. Prometo que seré un buen compañero y que si el príncipe desea unir su vida a una bella dama en el futuro, yo sabre guardar el secreto.

Desde hoy y siempre suyo.

Natouch.

Thitiwat levantó la cabeza del escritorio después que terminó de leer la primera carta que le enviara Natouch hace ya más de diez años, el pasar del tiempo no había mermado ni un poco el deseo de saber como era en realidad ese jovencito, por casi tres años intercambiaron extensas cartas para contarse miles de cosas, desde las situaciones más triviales hasta sus pensamientos más profundos, tanto que llegó a pensar que no había ninguna otra persona en todo el mundo que lo conociera mejor que Natouch, nunca llegó a imaginar siquiera que él desaparecería sin dejar ningún rastro, día a día esperaba que el cartero real le extendiera un sobre con su sello y le hiciera saber que estaba vivo.

- Ohm, ¿estás bien?, de pronto te has quedado mirando por la ventana. – Ho era el único autorizado para llamarlo por su nombre de pila, después de todo prácticamente lo había criado.

- Si Ho..., ¿dígame?, ¿he logrado hacer que su sobrino regrese a casa? – El viejo Ho lo estudio por un momento.

- Nong Fluke de pronto se ha vuelto un verdadero problema, no hay manera. – Suspiro el viejo.

- ¿Por qué no le dice lo que está pasando?, seria mejor que él se enterara que estás enfermo.

- Eso lo preocuparía en extremo, no quiero transformarme en una carga para Nong, mucho menos para Prem. Verlos felices hasta el último de mis días es mi deseo. – Thitiwat admiraba esa determinación de su viejo maestro de sobrellevar esa enfermedad dignamente.

SE SOLICITA PRÍNCIPE AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora