Desperté al escuchar a alguien tarareando mi canción navideña favorita, abrí los ojos y ví, inclinado a la altura de la cama, a Edmund sonriendo.
–Buenos días, (T/a).
–Buenos días, Ed. Feliz Navidad.
–Feliz Navidad–respondió besando mi frente–. Tengo un regalo para ti.
–No tenías que hacerlo.
–Pero quise hacerlo.
Me levanté y pasé una mano por mi cabello. Edmund se dirigió a mi tocador y de la silla tomó algo, cuando lo extendió pude ver un hermoso vestido color azul marino con pequeños dibujos plateados en el cuello y en las mangas.
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–Para el baile de esta noche. –mencionó él.
–Gracias, es precioso. –exclamé.
Después de que Edmund saliera de la habitación, guardé el vestido para la noche y me puse el vestido que ya había escogido.
Como cada Navidad desde que empezó nuestro reinado, fuimos a las calles a dar juguetes a los niños junto con Santa Claus y visitar a las familias narnianas.
Recuerdo que en nuestro primer año aquí, después del reinado de la Bruja Blanca y cuando la nieve llegó, la gente se atemorizó, sin embargo logramos controlar la situaci{n junto con Aslan y ahora éste tiempo nos recuerda el triunfo sobre el mal y el reinado de la paz.
Después de todo, regresamos al palacio para preparar la fiesta navideña que también hacemos desde que empezamos a reinar.
***
Edmund
Terminé de arreglarme y escucho que a la puerta. Respondo con un "pase" y la puerta se abre dejando ver a (T/N) con el vestido que le regalé, su cabello ondulado cayendo por su espalda, una corona de flores blancas y rojas que ella y mis hermanas habían hecho, una hermosa sonrisa en sus labios y sus manos ocultándose atrás de su espalda.
–Te vez preciosa. –le dijo.
–Gracias. Ahora es mi turno de darte tu regalo.
–No tenías que hacerlo.
–Pero quise. –sonreí al escuchar la respuesta que yo le había dado en la mañana.
Extendió una mano en donde tenía un escudo y en éste estaba la imagen del león. Con asombro lo tomé y admiré. Luego (T/N) extendió su otra mano donde tenía una espada. La tomé, quité su funda y admiré su filo así como su empuñadura.
–Originalmente, iba a darte ésto en tu cumpleaños, pero hubo un malentendido, se retrasaron en hacerlo, pero bueno. Sé que no tuviste regalo cuando llegamos, por eso decidí hacer ésto.
Puse las armas en la cama y mi vista se fijó en (T/N).
–El regalo más valioso que jamás haya tenido eres tú.
Ambos sonreímos, acuno su rostro en mis manos y la beso. Ella toma mi brazo y salimos de la habitación para dirigirnos al gran salón.
La gente ya estaba festejando, diferentes melodías sonaban y el salón estaba adornado de la temática navideña. Bailamos varias canciones, (T/N) conmigo o a veces con Peter y yo con mis hermanas.
Hubo un momento en el que ví a (T/N) bailando con un niño no mayor a nueve años. Ella sostenía sus manitas y el pequeño sonreía. Entonces una imagen pasó por mi cabeza:ella haciendo lo mismo con un niño al que llamaríamos hijo. (T/N) dirige su vista hacia donde estoy yo y sonríe, inevitablemente le sonrío de vuelta.
***
–Que estemos en otro mundo no significa que debamos olvidar las tradiciones del nuestro. –dice (T/N) después de haberme llevado de la mano por casi todo el palacio y pararse frente en la entrada.
–¿A qué te refieres? –pregunté. Señaló hacía arriba y me dí cuenta de que se refería al muérdago–. Ah, claro–ambos reímos y puse mis manos en su espalda mientras que las suyas colgaban por mis hombros–. Ya te lo dije, pero feliz Navidad.
–Feliz Navidad. –respondió soltando una risita y terminando la distancia con un beso.
