004 | El orden de los factores no altera el producto, altera a tu Diosa.

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— LO QUE NECESITAN ES UN PSICÓLOGO, PERO URGENTE — Comenté para mi misma — Debería de darles el número de la Dra. Jazmín y que programen una cita.

        Pequeñas gotas de sudor empezaban a aparecen en el nacimiento de mi frente, llevaba al menos una hora desde que había escapado de la cafetería como una persona decente bajo las tácticas que me habían enseñado Kendall en caso de que en una futura cita el hombre se ponga en un plan psicópata. Aunque ciertas cosas estaban de sobra ya que primeramente ni Edward ni Harrelson dejarían que tuviera siquiera un enamoramiento de algún idiota -como solía llamarlos Lucca- y en segundo lugar, Liam les apuntaría con el rifle de alto calibre que guarda debajo de su cama; ¿Conclusión? Moriría sola y con 56 perros, ¿Por qué no gatos? Porque soy alérgica, fin de la explicación.

         Dejando de lado el tema de la celopatía de mi escuadrón, pude identificar un local donde vendían distintas hierbas medicinales, bien sabía que no las necesitaría ya que en unos días llegaría el equipo médico desde la Base pero no estaba demás recetar algo natural de vez en cuando. Personalmente, me gustaba tomar algunos té para pasar algún resfriado o malestar estomacal, incluido los cólicos de mi menstruación pues era menos dañino para mi organismo y, le agarré idea a la medicina tradicional. Irónico cuando soy médico, pero de niña pasé por muchos procesos clínicos en donde tomaba cocteles de medicamentos durante meses.

        Tan solo faltaban unas tres o cuatro cuadras para llegar al hostal sin embargo, una opresión molesta y repentina abordó mi pecho y como consecuencia la ansiedad pitó en mis tímpanos como una especie de alarma, tenía un mal presentimiento.

       Con la intención de encontrar algo fuera de lo normal traté de visualizar lugares de poca luz imaginándome diferentes escenarios en caso de una emboscada pero, los alrededores estaban totalmente limpios de alguna sospecha, aún así mi mano fue hacia el seguro del arma, lista para desenfundarla en el peor de los casos.

Un repentino grito inundó el silencio que se había formado a medio camino dándome una razón para dar un respingo —  ¡Señorita Athena!

La duda y desconfianza se hicieron presentes, el mal augurio seguía en mi pecho — ¿Aioria? ¿Qué rayos haces siguiéndome?

— Quería asegurarme de que llegara con bien a su destino, mi señora — Contestó tras una sonrisa del gato de Alicia en el país de las maravillas.

        No supe el porqué esa sonrisa me dio escalofríos e inmediatamente me preparé para darle una respuesta chocante pero una presencia ajena a la nuestra apareció a mis espaldas, el cabello azulejo oscuro de Milo lo delató — Señorita Athena, nos disculpamos de antemano por nuestras acciones, pero debe entender que es necesario.

Una diosa reencarnada | Saint Seiya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora