Capítulo 8.

215 12 1
                                    

-Pero ya esa tarde –siguió protestando la chica.

-No me importa, se quedara aquí hasta que aprenda a no escaparse.

-Este tipo de castigos no enseñan nada –continúo con sus quejas, esta vez ya sentada en un pupitre.

-Esta bien ya que no es de su agrado esto, ¿porque mañana no hace dos horas de servicio a la comunidad?

-Sabe que, creo que éste es un buen castigo.

-Ya es tarde, basta de manipulaciones –la chica prefirió callar a tener que pasar por más castigos- Buenos ya está, ahora puede irse, ¿ve lo fácil que es seguir las reglas?

-Si Wi –le dijo sin un toque de humor a su profesor mientras salía del salón- hola Vanessa.

-Hola _____, ¿donde te habías metido? –contestó alegre el teléfono su amiga.

-5 minutos mas, detención –resumió la chica caminando por las calles.

-Te dije que no te escaparas.

-Estaba muy cerca de hacerlo, pero el conserje...

-Berd.

-Si Berd, encendió los aspersores y no pude evitar gritar, el agua estaba fría.

-Te atraparon con las manos en la masa, o en el agua –dijo intentando controlar la risa su amiga.

-Ja Ja muy chistoso, nos vemos en tu rato.

-Lo siento mucho _____, pero mi abuela enfermo otra vez y estamos camino a su casa, así que será para otra oportunidad la pijamada.

-Esta bien le llamaré a Jennifer ya que mis padres no están en casa.

-Ten mucho cuidado me llamas en cuanto llegues a su casa.

-Claro tranquila –tranquilizo a su amiga antes de colgar.

-¿Sabias que es muy malo ser tan bonita y andar caminado por aquí?

-¿Quien es usted? –se giro rápidamente hacia aquella voz masculina.

-El tipo más afortunado del mundo.

-Aléjese de mi –intentó escapar.

-¿Pero a donde vas? Si aún es que queda noche por delante.

-Suélteme –le gritó asustada.

-No preciosa, no te aconsejo ponerte ruda conmigo, porque entonces las cosas se harán por las… -antes de poder acabar la oración, el hombre yacía tendido en el suelo.

-¿Esta usted bien señorita?

-Si muchas gracias… ¿señor Bieber? –Pregunto la chica de pronto reconociendo a su salvador-.

-Señorita Levin –le sonrió el hombre- pero ¿que fue lo que le pasó?

-Es una larga historia.

-Tengo tiempo, porque no sube a mi auto y así la llevo a su casa.

-Muchas gracias, pero mis padres no están.

-Entonces ¿a donde iba a estas horas?

-A casa de mi mejor amiga, pero su abuela enfermó y no están en casa.

-¿No tiene donde quedarse?

-Iba a llamarle a una amiga, pero siendo sincera no se si pueda quedarme con ella.

-Puedo llevarla a mi casa si no le molesta.

-A mi no me molesta, pero no quiero incomodar.

-Tonterías, desde hace años llevo esperando ésto –le dijo poniendo en marcha su auto- ¿tiene novio? Y perdone mi atrevimiento.

-No –se sonrojó la chica.

-Pues entonces mi hijo y usted se llevarán muy bien –sonrió ampliamente el hombre.

Pequeño Inocente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora